28 de Marzo de 2024

Barroco, un gran museo

-La edificación del Pritzker Toyo Ito atrapa a los visitantes al exhibir diversas piezas que pertenecen a otros recintos y colecciones

AGENCIAS

Un par de querubines de cerámica con esmaltes policromos del siglo XVII que eran parte de la colección del Museo José Luis Bello y González de esta ciudad, hoy se encuentran separados en dos museos: el Bello y el Internacional del Barroco. C

omo los querubines, cientos de piezas de los museos Bello y San Pedro, de la Biblioteca Palafoxiana y de la Catedral de Puebla; del Franz Mayer y del Nacional de Historia del Castillo de Chapultepec; de colecciones como la del anticuario Rodrigo Rivero Lake; de museos españoles como el Nacional, el Naval, el Maritim y el de las Artes Decorativas, así como de la colección Principesca de la Casa de Liechtenstein, integran las exposiciones permanente y temporales del recién inaugurado Museo Internacional del Barroco (MIB).

Un reducido número de piezas, que incluye reproducciones de obras de museos franceses, es el acervo de obras de la colección del propio MIB. La primera sorpresa del nuevo museo es la arquitectura concebida por el japonés Toyo Ito.

Es una obra única en México donde el ganador del Pritzker en 2013 aprovechó todas las condiciones de luz de la ciudad. Es un edificio blanco de dos plantas con espacios que van de los siete a 23 metros de altura, en el cual hay terrazas y patios, apenas con uno o dos elementos como un árbol y unas escaleras; figuran ojos de agua que producen a lo largo del día reflejos y sombras por fuera y dentro del edificio.

La sobriedad del edificio contrasta con el contenido de las salas, que tan sólo en las exposiciones temporales tiene más de mil piezas, además de interactivos y grandes materiales gráficos que cierran todos los espacios.

Tan lejos y tan cerca del Barroco, el recinto se ubica a ocho kilómetros del Centro Histórico de Puebla, en la reserva territorial Atlixcáyotl. La obra, con 18 mil metros cuadrados de área construida (el MUAC ocupa 13 mil metros cuadrados), fue encargada por el gobierno de Rafael Moreno Valle con el fin de “difundir el barroco como estilo artístico, movimiento cultural y una manera de ser”, de acuerdo con lo que ha expuesto el museógrafo encargado del recinto, Miguel Ángel Fernández Villar.

El edificio se distribuye en dos plantas; en la primera están los espacios de exposición, junto a la tienda y el auditorio; arriba, el restaurante, la cafetería, los talleres de conservación y restauración, las oficinas y la biblioteca.

Exhibe dos muestras temporales, lo que va y lo que no viene en la Nao y Marajás Barrocos, y la muestra permanente distribuida en siete salas. Incluyen joyas barrocas, de las cuales más del 95% son préstamos de los museos citados y de colecciones privadas.

La exposición de la Nao está integrada en gran medida por acervo del Franz Mayer (que será la segunda sede de esta muestra), así como por piezas de Rivero Lake. Es una muestra que enfatiza las rutas por el Pacífico hacia China, Filipinas e India, sin embargo, muchos de sus contenidos se reiteran en las salas de exhibición permanente.

Theatrum mundi, la misma ciudad de Puebla, la arquitectura, la pintura y la escultura, el teatro y la danza, las letras y la música son los temas de estos espacios. En el dedicado a la propia ciudad hay una impresionante maqueta dividida en dos, que ocupa toda la sala, y que reproduce a detalle el centro de ciudad con sus iglesias, edificios civiles, colegios, hospitales, y que fue creada por Salvador Rodríguez.

En las salas, una de las obras que más ha llamado la atención, de acuerdo con los guardias, son dos grandes pinturas que se trajeron de Lichenstein, que se instalaron hasta arriba y que sólo se pueden apreciar con ayuda de espejos, piezas que fueron de las más complicadas de instalar. 

En la sala de Puebla se halla una de las piezas de los templos que hicieron préstamos: dos leones con el escudo de la Catedral de Puebla del siglo XVIII. Muy cerca se puede ver una de las dos pinturas de Juan Tinoco que antes estaban en el Museo Bello. Son más de 50 las piezas provenientes del Bello, como una pintura de Villalpando, dos de Miguel Jerónimo Zendejas, baúles, arcones, tijeras y otras piezas de hierro forjado, tibores y lebrillos de cerámica y un plano de Puebla de José Mariano Lebrillo de Medina de 1754.