19 de Abril de 2024

Unidad, clave para una sociedad mejor: Obispo

Para renovar a la humanidad se requiere fraternidad entre los seres humanos, sin distinciones

El Papa exhorta a alejarse de la cultura del individualismo y atender sobre todo a los más débiles

MA. CELIA ÁLVAREZ

 

En estos tiempos en que campean el egoísmo y el afán de acaparar dinero, es preciso hacer un esfuerzo conjunto entre sociedades y gobiernos del mundo para renovar a la humanidad, señala el Padre Juan Navarro Castellanos, Obispo de Tuxpan, quien hace énfasis en que la clave para una sociedad mejor es la unidad, “fortalecer el tejido social mediante la participación de todos para lograr que se aplique la justicia y lleguemos a un equilibrio social”.

El Ministro Eclesiástico indicó que el Papa Francisco ha convertido a la misericordia en el centro de su exhortación apostólica para animar a las personas a conducirse hacia el amor y la fraternidad con sus semejantes, porque “el amor se debe expresar más allá de un intercambio común y pensar sobre todo en el que vive en soledad, el anciano, el pobre, en los descartados; el Papa habló de la ‘cultura del descarte’, de que se deja de lado al niño, al anciano, al pobre, al que padece problemas de adicciones, y debe ser al revés: al que más necesidad o problemas tiene, debemos brindarle mayor atención”.

Se trata de un mensaje positivo tanto para la sociedad como para quienes gobiernan los pueblos del mundo, que deben manifestarse laicos y respetuosos de todas las corrientes espirituales, dice, “pero ningún gobierno puede legitimarse si no tiene mentalidad de servicio, si no busca la justicia y el bien común, porque la base fundamental de un gobierno, para que éste se justifique, es precisamente eso, la búsqueda del bien común”.

Añade el religioso, oriundo de Jalisco y quien desde hace seis años ejerce como Obispo de Tuxpan, que es preciso ir generando una sociedad más igualitaria, con una visión de mayor humanismo y búsqueda del bienestar integral de los individuos, encauzada hacia la solidaridad, como insiste el Papa. El resultado sería un mundo mejor, más justo, en el que la prioridad ya no sería el dinero, “que no es la felicidad, sino sólo un medio”.

Explicó que la felicidad es vivir una vida equilibrada, donde cada cosa tiene su lugar, y que para quienes son creyentes “la felicidad es darnos cuenta de que somos amados por Dios, de que tenemos un Padre que nos ama”. Para concluir, asegura que ver la vida desde la espiritualidad permite descubrir lo que es la verdadera felicidad, que no es lo material, sino integrarse en el dinamismo del amor sin descartar a nadie, “ya sea de nuestra familia, de la misma condición social y religiosa o no lo sea, porque todos los seres humanos somos iguales y cualquier persona, con sus problemas, dificultades y complicaciones, es un ser humano digno de nuestro respeto y amor”.