27 de Abril de 2024

Futuro de Lula a merced de Moro

AGENCIA

Mientras Brasil trata de entender cómo será el gobierno del capitán del ejército Jair Bolsonaro, en medio del torbellino de sus dichos y desdichos previo a que ocupe el sillón presidencial el primer día de 2019, juristas y allegados del ex presidente Luis Inácio Lula da Silva tratan de descubrir qué le pasará a él, claramente preocupados.

Este jueves se anunció que una comisión de senadores irá visitarlo en Curitiba, para “evaluar su estado físico y sicológico”.

Lula fue condenado con base en “convicciones”, o sea, sin prueba alguna, por el entonces juez Sergio Moro. En seguida, su condena fue aumentada por un tribunal de segunda instancia, cuyo presidente dijo que la sentencia de Moro era “irreprochable” pese a que, según sus propias palabras, no la leyó. A los ojos de los observadores independientes, la pena es una maniobra clara.

La condena subió a doce años y pico de prisión. La acusación: haber recibido un departamento que jamás ha sido de él, y cuya “reforma millonaria” se reveló inexistente, acorde a los juristas que defienden a Lula. Pese a esto, se impuso a la opinión pública gracias a la silenciosa omisión de las cortes superiores y a la campaña de los medios hegemónicos de comunicación.

Ocurre que hasta ahora, y gracias a iniciativas del mismo Partido de los Trabajadores (PT) de Lula y su sucesora, Dilma Rousseff, destituida en 2016 a raíz de un golpe institucional, la Policía Federal brasileña, que tiene funciones similares a las de la estadunidense FBI (Oficina Federal de Investigaciones, por sus siglas en inglés), contaba con autonomía administrativa y operacional.

Al aceptar la invitación del capitán del ejército Jair Bolsonaro para ser su súper ministro de Justicia y Seguridad Pública a partir del primer día de enero de 2019, Sergio Moro obtuvo el comando de la Policía Federal: así, la autonomía se acabó. Dependerá de él, quien condenó Lula, el destino de su condenado.

El problema central, dicen juristas brasileños y extranjeros, es que con eso Moro se transformó al mismo tiempo en juzgador – hay abogados que lo tratan por ‘inquisidor’ – y carcelero.

Al empezar a armar su equipo, Moro dejó claro cuál será su línea: escorado en su fama de “combatiente de la corrupción”, indicó a la comisaria Erika Marena para coordinar la cooperación internacional de su futuro súper ministerio, y a Mauricio Valeixo para ser el director de la Policía Federal.