20 de Abril de 2024

-México como un kleenex

Por Ricardo Raphael

Nuestro futuro está en riesgo y no es por asuntos internos. Como hace tiempo no sucedía, la amenaza más grave proviene del exterior y no parece que hayamos tomado conciencia. De tanto mirarnos el ombligo hemos perdido de vista lo cerca que nos hallamos de la barranca.

Lo más grave no es la tragedia que nos significaría el triunfo de Donald Trump en las elecciones estadounidenses de noviembre próximo, sino las acciones que muchos otros protagonistas económicos y políticos del extranjero podrían tomar en contra del futuro mexicano si eso pasa.

Desde que firmamos el Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN), nuestro país apostó a que la exportación hacia Estados Unidos sería la principal locomotora para la economía.

Y funcionó. Hoy los ingresos mexicanos por exportaciones superan los 430 mil millones de dólares anuales. Contrasta esta cifra cuando se compara con las otras dos fuentes principales: el turismo nos deja por año alrededor de 18 mil millones de dólares, y las exportaciones petroleras, cerca de 30 mil millones.

Si mañana el comercio con Estados Unidos disminuyera, digamos en un tercio, México entraría en una crisis de proporciones galácticas. No tendríamos con qué sobrevivir un hueco así de grande.

Los otros dos motores, turismo y petróleo, tendrían que multiplicarse, cada uno por tres, para detener la picada del avión. Pero eso es imposible.

Tampoco sería solución dirigir nuestras exportaciones hacia otras partes del mundo. El resto del planeta está deprimido y casi toda nuestra planta productiva se halla diseñada para satisfacer al mercado estadounidense.

Si se cerrara la frontera para nuestros productos, aunque sólo fuera una fracción, las regiones más prósperas del país entrarían en bancarrota.

Las plantas que bajarían la cortina sumarían centenas en sólo unos cuantos meses. El desempleo masivo en ciudades como Monterrey, León, Juárez, Tijuana o Reynosa sería casi automático. Los sueldos se desmoronarían y las inversiones que estaban previstas para celebrarse en los próximos años se esfumarían de la noche a la mañana.

No sólo perderíamos el capital estadounidense, sino toda aquella inversión de empresas europeas o asiáticas que se han instalado en México porque tienen la expectativa de vender, desde aquí, sus productos en Estados Unidos.

Un adelanto de la debilidad en que nos encontramos la exhibe nuestra moneda. En los mercados cambiarios el peso se ha revelado como una de las divisas más vulnerables. Desde hace al menos dos años se venden pesos cada vez que asoman nubarrones en la economía internacional. Cualquier motivo es bueno, si hay problemas en Grecia, si el Brexit recibe un voto mayoritario, si la bolsa china se desinfla o si los precios del cacao brasileño se desploman.

Tal como declaró para “Bloomberg” Alejandro Silva, financiero de Chicago, el peso mexicano es una moneda que los mercados cambiarios usan como kleenex cada vez que tienen la sensación de estornudar (http://bloom.bg/29Yjs9A).

¿Qué pasaría si de veras viene un día el estornudo rotundo?

Si Trump triunfa en la carrera hacia la Casa Blanca, todo México será ese kleenex.

Es tan terrible el escenario que con ingenuidad suponemos que no va a suceder. Pero estamos instalados en el pensamiento mágico. En el presente la posibilidad de tal apocalipsis es del 50 por ciento. Un vecino de cada dos prefiere a Trump sobre Clinton y nada indica que las preferencias hacia la candidata demócrata se hayan movido en una mejor dirección.