23 de Abril de 2024

Voto Juvenil 

Por Julio César Vega Olivares 

Con la nueva Constitución de la Ciudad de México, los jóvenes de la Asamblea de la Juventud Constituyente, solicitan se les conceda el voto a los 16 años de edad, es decir, convertirse en ciudadanos a esa edad. Creo que es legítimo solicitar el voto por parte de los jóvenes, pero se debe tener un criterio y un conocimiento claro sobre lo que significa el acto comicial en un régimen democrático, y de la gran responsabilidad de hacerlo. Claro que es posible dejar votar a los jóvenes a los 16 años de edad, pero siempre y cuando reciban un curso en materia cívica electoral como requisito, incluso desde la educación media o a través del Instituto Nacional Electoral, que les permita conocer sus derechos y obligaciones electorales y democráticas. 

Esto parece necesario sobre todo en algunos sectores de la población, pues de otra forma sólo se engrosaría un universo de votantes sin convicción, es decir, que no sólo sea un medio de distención social, pues algunos grupos alientan que ven con ello una oportunidad electoral, aunque no un avance democrático. 

En los Estados Unidos en casi todos los estados de ese país, se requieren 18 años de edad para votar, sólo en Oregón se permite votar a los 17 años de edad. Este voto juvenil es característico del subdesarrollo, en Nicaragua, Ecuador, Cuba, Brasil, Chipre, Indonesia y Austria, votan a los 16 años de edad, en  Irán a los 15 años de edad y actualmente se debate el conceder este voto en Bolivia, Chile y Reino unido, sin embargo, hasta ahora esto no se realiza en ningún país con alto grado de desarrollo parece que ahí los jóvenes están ocupados en otra cosa y las condiciones sociales y económicas hacen el proceso electoral menos importante para ellos.

Aunque valdría la pena revisar la clase de ciudadanos que produce el país, recordemos que el ciudadano en un régimen democrático es la célula básica de su estructura y si bien esa calidad como ciudadanos nos hace iguales ante la Ley y ante las urnas, sin embargo, esta igualdad política no corresponde a la igualdad social resultante, pues los niveles intrasociales sí establecen diferencias cualitativas entre los ciudadanos, ya que las personas tienen diferentes niveles, biológicos, culturales, educativos y económicos, es decir; pobres, clases medias, ricos, educados, analfabetas y alienados, resulta muy evidente que la desigualdad social afecta los procesos democráticos, la denominada democracia clientelar es un ejemplo, donde por unos pesos o dádivas en especie se puede derivar el voto hacia un determinado partido político, por ello necesitamos primero producir ciudadanos con un nivel y calidad más homogénea,  no hablo de ideologías sino de cultura democrática, debemos acortar la polarización política derivada de la pobreza y el hacer estos ajustes es imprescindible, lo que aportaría a una democracia  más significativa para el país. 

Hay que reconocer que la participación de los jóvenes presente y futura es muy importante y que sólo les retribuimos un México con pobreza, con escaso bienestar social y con pocas aspiraciones de futuro, todo ello ante la falta de promesa social del sistema y con una movilidad social trabada por la corrupción, por lo que podríamos pensar que tal vez darles el voto a los jóvenes, serviría como un llamado de atención.  

En el siglo XXI los jóvenes acortan el tajo generacional, la diferencia entre 16 y 18 años de edad ya no es mucho, el acceso a la información por medios electrónicos, la internet, las redes sociales y los medios honestos hacen jóvenes cada vez más reflexivos, inteligentes e informados, sin embargo, el acceso a esta modernidad no es pareja y grandes sectores de la población no tienen acceso a estos medios de información, lo que divide de alguna manera a la sociedad y los relega en este nuevo tipo de conocimiento o están tan ocupados en conseguir su sustento diario que desatienden la política, sobre todo en las áreas rurales o alejadas de los centros urbanos, sin embargo, creo que concederles el voto parecería algo muy justo, aunque convendría analizar medidas complementarias, revisar la experiencia de otros países en este tema y tomar la mejor decisión para México.