28 de Marzo de 2024

Por Jorge Fernández Menéndez

-Hace semanas que en los mítines de Trump no aparece una sola figura republicana

“Creo que tomé una decisión muy acelerada, quizás hoy sería distinta”, le dijo el presidente Peña Nieto a Bibiana Belsasso respecto a la visita de Donald Trump en la entrevista que le dio para el programa Todo personal. “Fue una decisión muy polémica y yo asumo que tomé una decisión, quizás hoy sería distinta, le dijo Peña Nieto a Bibiana, creo que tomé una decisión muy acelerada. Si hoy hiciera una ponderación de lo ocurrido con la visita de Trump diría que fue quizá una decisión tomada de manera acelerada, aunque creo que era importante para México”.

Y es verdad, más allá de las intenciones, la visita fue apresurada y como dice el propio presidente Peña en la entrevista, ello dañó a su gobierno y a su imagen. También es verdad que esa decisión si tuviera que ser tomada hoy sería distinta, sobre todo, porque el panorama electoral en Estados Unidos ha cambiado y el propio Trump parece estar a la defensiva, incluso, ha tenido que cambiar parte de su discurso sobre el muro. Como se recordará, uno de los puntos de debate de aquella visita fue sobre si se había hablado del muro y si México lo pagaría o no: Trump dijo que había hablado con el Presidente del tema y reiteró que México pagaría ese muro. El presidente Peña sostuvo que le dijo a Trump que nuestro país jamás pagaría por el muro y se desató una miniguerra en Twitter sobre el tema. Esta semana, Trump sostuvo que Estados Unidos construirá el muro y que México, más tarde, “reembolsará” esos recursos.

Pero más allá de eso, desde la divulgación del video de Trump con todo tipo de expresiones soeces contra las mujeres, aquél donde decía que “si eres famoso podías hacerle lo que quisieras a las mujeres, incluso, agarrarlas por la vagina”, la candidatura de Trump no se ha podido recuperar.

La coordinadora de campaña de Trump, Kellyanne Conway, reconoció el domingo que su candidato está en desventaja en las encuestas, pero que todavía falta para las elecciones y que puede remontar. Dijo, además, que esa desventaja se debía a que no sólo Hillary Clinton estaba en campaña sino también su esposo, el expresidente Bill Clinton, el actual mandatario Barack Obama y su esposa Michelle. Es verdad, pero ése no es el principal problema de Trump: su desventaja se debe a que ha perdido el apoyo del Partido Republicano. Los expresidentes Bush, padre e hijo, le han quitado su apoyo en forma pública; los excandidatos presidenciales como John McCain y Mitt Romney también; no lo respaldan los líderes republicanos en el Congreso, tiene el apoyo de sólo un senador y la mayoría de los gobernadores de ese partido lo ignoran.

Hace semanas que en sus mítines no aparece una sola figura republicana y el rechazo del partido es tal que hay empresarios que han hecho aportes a la campaña que están pidiendo públicamente que esos recursos se destinen a candidatos al Congreso o que lisa y llanamente les regresen el dinero.

Como Peña Nieto, los líderes republicanos podrían decir que el permitir que compitiera y luego que fuera candidato fue una decisión acelerada y que con las circunstancias de hoy posiblemente hubieran tomado una decisión distinta. Resulta increíble la forma en que Trump les robó la candidatura a los republicanos y puede hacerles más daño aún. Porque Trump está pensando en términos de negocio, no de política y su objetivo parece ser crear, a partir de la base ultraconservadora que adquirió en esta campaña, una cadena de televisión de noticias que su ubique mucho más a la derecha que la ya de por sí muy conservadora cadena Fox News. Cuenta para ello con el respaldo del que fuera el director general de noticias de Fox, Roger Ailes, quien tuvo que renunciar a esa cadena hace unos meses acusado de acoso sexual contra varias presentadoras y que se ha convertido en el principal asesor de campaña de Trump.

Y tampoco le faltará dinero, porque a pesar de que ha dicho que invertiría hasta cien millones de dólares de su bolsillo en la campaña, Trump no ha invertido en sí mismo un solo dólar, al contrario, se ha beneficiado. Porque la campaña de Trumple contrata a las empresas de Trump todos los servicios, desde el avión en el que se transporta, que es propiedad del empresario, hasta el consumo de alimentos que provee una empresa suya. Y, quizá, hasta termine haciendo muy buenos negocios, que ya estaban planeados desde antes de la campaña, con Vladimir Putin en Rusia, donde busca inversionistas para construir centros comerciales, casinos y departamentos. No en vano Trump se ha peleado con todos los aliados históricos de Estados Unidos, desde Gran Bretaña hasta Japón, desde Alemania hasta México, desde Canadá hasta Corea del Sur, pero no se ha cansado de elogiar a Putin.

Trump no sólo es un personaje misógino y racista, proteccionista y convencido de que todo se resuelve utilizando la fuerza, es también la encarnación de cómo un fracaso político se puede convertir en un negocio y cómo desde los negocios se puede influir en la lucha por el poder sin invertir ni un dólar de su propio bolsillo.