29 de Marzo de 2024

El caballero de la armadura oxidada

Por Nancy Jácome 

La primera vez que leí “El Caballero de la Armadura Oxidada” era muy pequeña, y a veces no lo entendía. Mi hermano me pedía que se lo leyera porque como tenía un caballero en la portada, pensaba que era un cuento de niños.

Ninguno de los dos entendía con claridad lo que decía el caballero, pero cuando comencé a releer la obra del norteamericano Robert Fisher, no puede evitar evocar algunas concepciones que integré a mi vida, esto después de haber leído el libro ¡Me vale madres! del italiano Prem Dayal, puesto que ya era más grande y me llamó la atención desde su nombre. Y es que al final de la historia, ambos libros llevan la primicia “al final debemos desprendernos de ¡todo!, todo lo que fuimos, todo lo que conocemos, todo lo que creímos”, ya que en muchas ocasiones son estas ataduras las que nos causan el mayor daño, es decir, las ataduras morales, las de la concepción de la vida, las que nos hacen felices o infelices.

Todo esto tal vez lo digo ahora porque lo leo con más experiencias vividas, las cuales me hacen comprender un poco mejor el mensaje, al final todo es cuestión de quitarnos la pesada armadura a la que nos hemos aferrado por mucho tiempo, pero la travesía para llegar a este punto es realmente dolorosa, porque en muchas ocasiones no estamos acostumbrados a vernos y escucharnos a nosotros mismos.

Pero bueno, en esta historia que les digo, existe un caballero que vivía peleando y rescatando damiselas que, en ocasiones, no querían que las rescataran. También tenía una esposa llamada Julieta y un hijo, además a una armadura que quería mucho, tanto al punto de que ya nunca se la quitaba. El caballero se la pasaba hablando sólo de él y sus justas, lo cual hartó a su cónyuge y ésta le exigió quitarse la armadura y si no lo hacía, ella y su hijo se irían de la casa.

Es allí entonces cuando el caballero sale de su tierra en busca de ayuda, ya que él sólo no podía quitársela. Fue el bufón del reino Bolsalegre quien le expresó que el único que lo podía ayudar era el Mago Merlín, por lo que fue en su búsqueda dejando a su familia y su reino.

Cuando por fin encuentra al mago, éste le reclama su ausencia, pero Merlín le indica que el maestro aparece cuando el alumno está preparado; otro libro que menciona esta frase es El monje que vendió su Ferrari.

Y es que ciertamente, será hasta que estés preparado para enfrentarte a ti mismo y a tus errores, cuando podrás comprender estas lecturas. Tal vez fue por eso que, cuando lo leí por primera vez, no lo comprendí tan bien como ahora que lo he vuelto a tener en mis manos.

El caballero debe recorrer el sendero de la verdad, el castillo del silencio, el castillo del conocimiento, el castillo de la voluntad y de la osadía, hasta llegar a la cima de la verdad. Cada uno con una enseñanza que va degradando la armadura, hasta que logra desprenderse de ella y convertirse en uno con el universo.

Este libro es realmente corto puesto que tiene sólo 93 páginas, pero te será un poco tardado leerlo, porque al igual que el caballero tú también iras dejando caer partes de la armadura en él.