20 de Abril de 2024

Cárceles lugares de excepción

Por Julio César Vega Olivares

Los 26 muertos del último enfrentamiento en la cárcel de Acapulco en el estado de Guerrero este 6 de julio pasado se suman al enorme caudal de problemas carcelarios del país, que desde hace varias décadas prevalece, en los penales nacionales.

En el enfrentamiento de Acapulco se usaron armas de alto poder Ar-15 y Ak-47 pero introducir armas a un penal  requiere necesariamente del respaldo del personal penitenciario que de manera directa o indirecta ha sido cómplice de esta masacre.

En el clima de violaciones cotidianas a los derechos humanos que se vive en México, el asesinato de reos no parece interesar a nadie o conmover a nadie la mayoría piensa se lo merecen, pero se sabe que el 30% de los reos aun no recibe sentencia y que existe presunción de inocencia.

Además las cárceles se denominan eufemísticamente centros de readaptación social y están obligadas a cumplir con lo que establece el artículo 18 constitucional que señala:

……El sistema penitenciario se organizará sobre la base del respeto a los derechos humanos, del trabajo, la capacitación para el mismo, la educación, la salud y el deporte como medios para lograr la reinserción del sentenciado a la sociedad y procurar que no vuelva a delinquir, observando los beneficios que para él prevé la ley.  

 Mientras el nivel de violencia carcelaria empeora, ante la pasividad de las autoridades que parece se sirven de la violencia interna, de la tortura, la extorsión, el tráfico de drogas y venta de privilegios.  La situación actual se deriva de  la institucionalización del autogobierno, que sirve de encubrimiento, que consiste en colocar al mando a un  grupo determinado,  para que sirva de medio de control interno, y sean quienes cometan los abusos y limpien de culpas a los custodios y demás directivos de los penales, mediante el pago de cuotas , que circulan desde abajo hasta mero arriba, comprando impunidad, colocando como administradores a los reos más despiadados y peligrosos para mantener un clima de terror interno,  que es como poner a Jack el destripador a dirigir el hospital civil y que logra el objetivo de que la parte victimizada suelte el dinero.

Dentro de los penales además de la extorsión, manejan otros negocios no menos rentables, como el tráfico interno de drogas, la prostitución, venta o uso de celulares, televisores, computadoras, en fin, privilegios.  Durante el año 2016 se registraron 979 riñas al interior de los centros penitenciarios del país, en promedio, 2.68 riñas al dia, eso según el diagnóstico nacional de supervisión penitenciaria 2016 de la comisión nacional de los derechos humanos.

Sin embargo, la mayoría de las riñas pasan desapercibidas, y algunos asesinatos se transforman en suicidios, y solo las riñas que involucran a gran parte de la población penitenciaria son motivo de atención, mientras pasa la crisis prometen cambiar y participar, pero una vez superado el bache todo queda como antes o peor.

Reporte índigo señala que en Estados Unidos, donde existe la pena de muerte, en el 2016 fueron ejecutados 20 presos, en México, donde la pena de muerte no se aplica, murieron 109 reos en diferentes circunstancias.

De acuerdo a la comisión nacional de los derechos humanos, los hechos violentos al interior de los reclusorios del país se originan por los actos de autogobierno y los deficientes programas de seguridad para los internos.

Para facilitar esta situación se mezclan deliberadamente reos de baja peligrosidad con los de alta peligrosidad, lo que permite una masa crítica, que crea un ambiente de control y subordinación, donde los malos forman mafias que dominan al resto.

Como resultado los centros de readaptación social se han convertido en centros controlados por el crimen organizado donde reclutan delincuentes, extorsionan internos, se forman centros de vicio, y se convierten en negocios muy rentables. Por ello las cárceles mexicanas son lugares de excepción donde la constitución mexicana es simplemente letra muerta.