24 de Abril de 2024

En circunstancias normales, cuando se organiza o promueve un evento de tipo conmemorativo, por razones obvias se supone que quienes se encargan de ello están lo suficientemente informados de los antecedentes relativos a la efemérides motivo de la celebración, incluyendo el perfil de los personajes históricos encuadrados dentro de ese contexto, y colateralmente se debe de tener la suficiente responsabilidad de cuidar que los convocados a participar en dicho acto, correspondan al perfil y tengan su natural identificación con el mismo.

Lamentablemente por razones que no se pueden justificar, ello no ocurrió en ninguno de los eventos que recientemente se celebraron en Tuxpan, tomando como motivo el Aniversario del “Día de la Libertad de Expresión”, los cuales carecieron de memoria histórica, ya que en ninguno de ellos se hizo mención de los nombres de aquellos pioneros que  a partir del 8 de Agosto de 1897, fecha en que salió a la luz pública el primer medio de comunicación, el Semanario “EL ECO DE TUXPAN”, lucharon incansablemente desde esa trinchera y en la difícil época Porfirista, por la Libertad de Expresión, lo que finalmente lograron aun cuando ya muchos de ellos no fueron testigos.

 

Todos esos eventos se identificaron por el denominador común de que la mayor parte de sus asistentes lo fueron personas totalmente ajenas a la actividad periodística y consecuentemente ignorantes de la naturaleza de la efemérides, y todavía para abaratar su conmemoración, por otra parte, tan pronto como concluyó el ceremonial protocolario y se trató de compartir sagrada y merecidamente el pan y la sal  con los patrocinadores del festejo adherente, ocurrió que el par de docenas de los auténticos practicantes cotidianos de la actividad periodística, se abrieron superados en número –y por supuesto en sed y en gula- por la acostumbrada carpante de gorrones que se ostentan como periodistas sin serlo, y que tradicionalmente con toda desvergüenza suelen colarse de rondón en éste tipo de actos. 

No resulta ocioso reiterar que es increíble que quienes organizan, promueven y celebran el “Día de la Libertad de Expresión” se den el lujo de olvidar, en tales ocasiones, hacer honrosas menciones de los nombres de los pioneros del periodismo en Tuxpan, y bien podrían comenzar con Pedro F. Benítez, fundador y Director de “El eco de Tuxpan”, y a sus colaboradores, Licenciados Miguel Hernández Jáuregui y Emilio Cerví Sánchez, así como el Sr. Manuel Lazo Morales, su impresor  y quienes durante los últimos años del antepasado Siglo XIX libraron sus luchas sociales a través de las páginas de ese hebdomadario, hasta que ocurrió el deceso del Sr. Benítez.

También podríase haber hecho mención de otros destacados practicantes del oficio periodístico en los principios del pasado siglo XX, como lo fueron el Licenciado (en esa época aún estudiante) Manuel Maples Arce, Pedro F. Benítez Jr., Rafael Sánchez Escobar, José V. Garaméndi, Prof. Francisco Rosas Tenorio, Raciel de Lugo, Sr. Pilar Morales Trujillo, a quien se le considera “El Padre del Periodismo en Tuxpan”, según memorias del citado Prof. Rosas Tenorio, y a su hijo Gustavo Morales y a su nieto Pilar, a Don Luis Y. Rosales, Esteban Z. Robledo, Profesores Miguel G. Ferrer, Benito Ramírez, Antonio Ramírez Jonguitud, José L. Garizurieta, Alfredo Z. Delgado, Juan Vásquez, Andrés de la Rosa, Ramón N. Galindo, José Pancardo Malerva, Emigdio R. Álvarez, Prof. Ángel Saqui Del Ángel, Santiago Lobato Diego, Prof. Melitón Del Ángel Lara, Demetrio Ruíz Malerva, José Mercedes Ahumada, Prof. Eufrasio Zamora, Don Ramón Álvarez, y tantos más cuantos que lamentablemente escapan a mi memoria, y dígaseme si no son dignos de mención y homenaje permanente en ese tipo de eventos conmemorativos de la “Libertad de Expresión”, los nombres de Luis I. Rosales, Ramón N. Galindo, Manuel Garcilazo, Andrés de la Rosa y Francisco Rosas Tenorio, quienes luchando precisamente por la expresión pública de sus ideas, que hicieron llegar a sus lectores en el mes de Abril del año de 1913 a través de las páginas del Semanario “El Centinela”, en relación con el Cuartelazo de Victoriano Huerta, fueron puestos presos y estuvieron a punto de ser pasados por las armas por la soldadesca Huertista, de no haber sido por las múltiples gestiones realizadas por importantes personajes Porteños, quienes finalmente lograron liberarlos después de soportar estar presos cuatro meses en las mazmorras cuarteleras, y pagar una fuerte suma como fianza, mientras que a Don Luis I. Rosales le costó además la incautación de su imprenta.

También cabe citar el caso del valiente periodista Gustavo Morales Trujillo, quien por ser autor de un vibrante editorial titulado “LOS GAMBUSINOS DEL GOBERNADOR TEJEDA”, publicado en el Semanario “EL PUESTO” a principios del año de 1931, también fue reducido a prisión y prácticamente juzgado y sentenciado sin formación de causa” por un lambiscón Juez de apellido Patraca, y gracias a las oportunas diligencias de sus compañeros periodistas de aquella época, pudo salir de prisión, no sin antes contraer ciertas enfermedades que finalmente le ocasionaron la muerte el 28 de Noviembre de 1931.

En la memoria histórica del periodismo en Tuxpan se registran otros numerosos casos en los cuales sus practicantes sufrieron agresiones de todo tipo por parte de Autoridades abusivas, y es a estos tunde-máquinas a quienes se les debe junto con sus otros colegas del mismo corte que practicaron éste oficio en el territorio Nacional en épocas más difíciles y hasta peligrosas, que el Gobierno Federal en turno, cuyo titular de su Poder lo fuera del Lic. Miguel Alemán Valdez, promulgara el Decreto relativo a “El Día de la Libertad de Expresión”.

Y con antecedentes tan evidentes, emotivos y dignos de admiración, francamente resulta insultante que los actuales usufructuarios de los beneficios derivados por la conquista del derecho a la Libre Expresión que nos legaron aquellos que nos antecedieron en el desempeño del oficio periodístico, no solamente sean ignorados, sino que además de ello todavía sean suplantados por la actual cáfila de impostores y todavía ocurra algo peor, que haya quien los avale y los cobije como lo que menos son: ¡PERIODISTAS!

 

Ante tal situación resultaría por demás oportuno desparasitar el medio, a efecto de evitar que se siga deteriorando su credibilidad, y podría empezarse con que los editores y responsables de los medios de comunicación locales escritos y auditivos, acrediten ante quien(es) corresponda(n) a su personal especializado en la búsqueda de la noticia o el comentario especializado.