28 de Marzo de 2024

Sergio González Levet

Hilvanados por el entusiasmo futbolero, llenos de emoción por la hazaña que hicieron nuestros muchachos, henchidos de justo orgullo por el triunfo de la Selección, el país ha vuelto a levantarse, eufórico, cuando menos en el ánimo.

La victoria se logró con un esfuerzo inaudito, que hizo que por primera vez en este tipo de justas nuestros jugadores no se desconcentraran, no perdieran el ritmo y con él, el partido decisivo.

Sí, jugamos como siempre y ganamos como nunca.

Junto a la calidad que mostraron los futbolistas mexicanos, junto a la preparación física que les permitió correr sin descanso los 90 minutos, junto a la estrategia que funcionó a las maravillas, hubo un elemento que hizo el cambio, que marcó la diferencia:

El entusiasmo nunca decayó…

 

Y otro más: la actitud frente a un rival más fuerte, más alto ¿y más lejos? (recordando la sentencia olímpica sitius, altius, fortius).

Ese entusiasmo y esa actitud se la debemos agradecer al Director Técnico, al bendito Miguel El Piojo Herrera, que le imprimió a la Selección el desparpajo que se necesitaba para no sentirse menos ante los atletas yugoslavos, como no lo hicieron ante el poderoso Scratch du Ouro brasileño, al que se le jugó de tú a tú.

A mí, don Miguel Herrera me recuerda a nuestro cómico por antonomasia, a Cantinflas, y no lo digo por su vis cómica o por su apariencia física, sino por su actitud frente al mundo y a los poderosos, que tiene su origen histórico en el pícaro de la novelística de la Edad Media española.

El Piojo no lo sabe, pero mucho de su triunfo se lo debe a las enseñanzas de la picaresca, que se filtraron a través de los siglos. El Lazarillo de Tormes, el Buscón Don Pablos y hasta el mexicanísimo Periquillo Sarniento de José Joaquín Fernández de Lizardi estuvieron presentes ayer en la cancha de Recife y seguramente le aconsejaron a nuestro técnico que sacara a Giovanni Dos Santos y metiera al Chicharito, en un movimiento totalmente irrespetuoso para las ínfulas croatas. Cuando el librito del fútbol (que lo debe haber, como el del beisbol) indicaba que México tenía que atrincherarse para tratar de defender el cero a cero y calificar de panzazo, nuestro pícaro director mandó a los muchachos a que metieran goles… ¡y que le responden no con uno ni con dos, sino con tres!

Con ese movimiento, Miguel me recordó a Cantinflas cuando se burlaba en su cara de los poderosos, y al más pomposo le decía con toda naturalidad: “Te equivocas, chato”.

Los seleccionados mexicanos nos han dado un gran gusto, la celebración continúa por todos los rincones del país. Estar contentos no puede ser malo, aunque no faltará quien se queje.

Lo que sigue es la misma historia: el próximo domingo 29 de junio Miguel Herrera, conocido en sus tiempos de jugador como El Cuchillo, hará otra salvajada y pondrá al equipo mexicano en la condición de llegar al añorado quinto juego.

 

A las pruebas…