20 de Abril de 2024

Colosio, parte de la historia

Por Ángel Álvaro Peña

El Partido Revolucionario Institucional tiene en la figura de Luis Donaldo Colosio Murrieta un símbolo, un mártir, un ejemplo. Es una figura emblemática del partido que no puede ni debe usarse como bandera de nadie.

Poco falta para que el incalificable asesinato de Colosio cumpla 24 años. Lapso en el que el partido debe demostrar muchos cambios, tantos o más que los que ha sufrido el país.

Los partidos políticos deben ser la vanguardia de la política de un país, más aún en una democracia asentada en un sistema de partidos. Colosio no tuvo tiempo de ser un ideólogo, no le permitió la vida serlo; sin embargo, la falta de figuras dentro y fuera del PRI, que puedan servir de ejemplo, no sólo a los priistas sino a los mexicanos lo convierte en algo más que un mártir.

Su sinceridad y carisma hizo temblar a más de un enemigo de la legalidad, y creó amigos aún sin conocerlo personalmente. La mayoría de los mexicanos pensamos que hubiera roto muchos esquemas que se habían enquistado en la política del tricolor. Tal vez por eso lo asesinaron.

No hay duda en afirmar que Colosio no era igual que los demás. No podía serlo. Era la interrupción en la política nacional de un hombre del pueblo, en medio de una fila de tecnócratas que le antecedieron y le sucedieron en la cúpula del poder.

Colosio sonreía auténticamente, no fingía complacencia ni convertía su alegría en una mueca siniestra. Él mismo era enemigo de la solemnidad y la simulación.

Colosio sentó las bases para ver que en el país hay sed y hambre de justicia. No le dieron tiempo de mostrar cómo combatir este castigo que sigue imponiéndose a los mexicanos. Mostró a los priistas que hay optimismos injustificados, que no puede nadie dejarse llevar por las interpretaciones de otros, hay que ver la realidad del país en directo, a la cara.

En Colosio Murrieta los priistas tienen un ejemplo a seguir. Deben seguir su sencillez y la manera de convivir con la población.

Es lamentable que Colosio pueda convertirse en una figura retórica en los discursos, no puede ser utilizado ni siquiera para la noble intención de unir a los militantes de ese partido, ahora desperdigados en propósitos diferentes y esparcidos por otras fuerzas políticas.

La figura del sonorense se convierte en una manera de ver la realidad de México. Es un emblema para los priistas y un gran hombre para los mexicanos, es por ello que al morir se vuelve no solo priista sino mexicano ilustre. Así debemos verlo y otorgarle el respeto que merece.

Es necesario respetar a su familia como él hubiera querido que la respetaran, no como ahora la vorágine de los tiempos electorales quiere calificarla. Se hacen necesarios los ejemplos y en Colosio el PRI tiene uno que podría servir de inspiración. Pero es reprobable utilizarlo como bandera ante la desesperación de una posible derrota anticipada.

No puede mencionarse su nombre para luego, dentro de la misma pieza retórica denostar al contrincante. Colosio no puede ser adoptado como arma para competir electoralmente, es una herramienta de la historia que exige inspiración y respeto, sobre todo en tiempos de vacuidad irremediable.

Al morir Colosio deja de ser bandera priista, es leyenda nacional. Es un hito en la historia contemporánea, es testimonio de la barbarie.

De esto deben estar conscientes muchos priistas, sobre todo en momentos de campañas, que es cuando las razones y las ideas hacen falta para convencer, primero a la militancia de las virtudes de sus candidatos y luego al electorado de que son la mejor opción.

Los priistas pueden ganar una elección cuando su pasado sea rescatado en su ideología, pero si como pasado solo conocemos oportunismos y deshonestidades resulta poco lógico que el electorado pueda tomar en cuenta a ese PRI que la justicia social lo fortaleció y que Colosio pronunció en más de un discurso. Esa frase en la que Colosio creía y que suele olvidarse por los priistas.

Hay que recordar a Colosio en cada aniversario del PRI, antes que honrar su memoria el aniversario de su artero asesinato. Es necesario recordar la historia porque en ella hay hombres como Colosio cuyas ideas deben ser rescatadas, sus posturas imitadas y su posición política estudiada.

La memoria de Colosio no puede ser utilizada por nadie. Está blindada de los oportunismos y salvaguardada en la memoria de los mexicanos. Ahí está su lugar, en el respeto con el que trataba Luis Donaldo a los campesinos y a los pobres que se acercaban a saludarlo. Su legado está en la sonrisa franca que les dedicaba a todos. Es ahí donde deben buscar su legado. 

PEGA Y CORRE. - Lo que más indigna a los familiares de los desaparecidos en Veracruz es la indiferencia de las autoridades estatales para reconocer que en la entidad hay una gran cantidad de osamentas que desde hace más de seis años fueron arrojadas desde helicópteros, en las barrancas cercanas a la academia de Policía el lencero. Lucía Díaz Genao, integrante del Colectivo Solecito, señaló que, en la zona conocida como La barranca Veracruz hay cientos de osamentas, asegura que esto no debe sorprender porque tan sólo en Colinas de Santa Fe se han encontrado 287 cadáveres.