28 de Marzo de 2024

Senado: La guerra que viene

Por Roberto Rock L.

Los nuevos equilibrios políticos que se anticipan como producto de las elecciones de julio próximo, en particular por el fuerte peso de Morena, convulsionarán al Senado de la República. Quien haya calculado que el país repetirá modelos experimentados en alguna de las tres últimas elecciones pronto entenderá que el futuro ya no es lo que era.

Las proyecciones establecidas por diversas encuestas concluidas en las semanas recientes ubican, hasta ahora, al PRI con una bancada de aproximadamente 20 escaños, sumando ya las fórmulas de mayoría relativa, primera minoría y representación proporcional que suman un total de 128 bancas.

Se trataría de la más débil representación senatorial del partido oficial en sus casi 90 años de historia, y muy lejana de los 55 integrantes que coordina actualmente Emilio Gamboa. Esta última podría ser, paradójicamente, la cifra que alcanzara la organización creada por Andrés Manuel López Obrador, un dato insólito para un partido virtualmente recién nacido. El Frente que integran PAN, PRD y Movimiento Ciudadano acumularía 44 bancas, y el resto (9) quedaría en otras manos, entre ellas muy probablemente las de al menos un independiente.

Bajo esta nueva realidad, se desfondará la proyección imaginada por diversos actores de la administración Peña Nieto y el PRI mismo para contar una cabeza de playa en el Senado, sea cual fuere el resultado de la contienda presidencial.

Miguel Ángel Osorio Chong, ex secretario de Gobernación y candidato a senador por representación plurinominal, personifica la visión de un bloque político que anticipaba una fortaleza dual, con el control del PRI y como interlocutor privilegiado ante Los Pinos, especialmente si vuelve a ser ocupado por la oposición.

La apuesta del grupo afín a Osorio Chong es hasta ahora representar un polo de poder casi irresistible, más allá incluso del próximo sexenio, pues el político hidalguense tendrá la opción de reelegirse y estar hasta 12 años en su escaño. Todo esto entra ahora en un terreno fangoso, de profunda incertidumbre. Siendo una tercera fuerza poco significativa, el PRI podría resultar irrelevante al menos en los próximos seis años.

Entre los otros escenarios que saltan por los aires ante esta probable realidad se encuentra el experimentado en las legislaturas iniciadas en 2000 y 2006, lapso en el que el PRI estuvo fuera de Los Pinos. Durante el primero de esos periodos, su peso le permitió frenar toda iniciativa enviada por el panista Vicente Fox, que tuvo un segundo frente abierto en el entonces líder senatorial Diego Fernández de Cevallos.

Al final de su gestión presidencial, Fox diría a un grupo de periodistas: “Me hubiera gustado haber tenido en Diego el mismo apoyo que él siempre ha otorgado a sus amigos del PRI”.

Para la legislatura arrancada en 2006, el PRI optó por un esquema de cogobierno desde el Senado, en la persona del coordinador de la bancada, Manlio Fabio Beltrones, quien acordaba directamente en la residencia presidencial con el también mandatario panista Felipe Calderón. Este cultivaba un notable desprecio hacia el líder senatorial blanquiazul Santiago Creel, el cual frecuentemente se enteraba, por vía del propio Beltrones, sobre los pactos establecidos.

En junio de 2008, cuando aún no cumplía la mitad del término como coordinador, Creel fue destituido de su encomienda en el contexto de una confrontación con las televisoras cuyo trasfondo fueron los resquemores acumulados por ambas partes desde que el primero fuera secretario de Gobernación, lo que incluía los permisos para empresas de juego otorgados en ese periodo.

Humillado, Creel dio en ese entonces una entrevista a EL UNIVERSAL (http://archivo.eluniversal.com.mx/notas/522512.html), en la que rompió todo principio de lealtad institucional y partidista para señalar directamente a Calderón y al entonces dirigente nacional del PAN, Germán Martínez, de haberlo defenestrado.

Otro ámbito cuyas variables serán de obligada reflexión en un nuevo orden de cosas será el efecto de una nueva correlación de fuerzas en el Congreso federal en los diversos estados del país.

Las encuestas disponibles otorgan hasta ahora una ventaja al PRI en la disputa por el Senado solamente en el estado de Campeche, lo que puede ampliarse bajo ciertos márgenes en otras partes de la República.

En cambio, la coalición encabezada por Morena exhibe en este momento mayor presencia en 18 estados, lo que incluye plazas clave como la capital del país, Veracruz, Estado de México, Puebla y Veracruz, lo mismo que BCS, Sinaloa, Sonora, Zacatecas, Chiapas, Oaxaca, Tabasco, Guerrero, Morelos Tlaxcala, Colima y Michoacán.

El Frente que conduce el PAN presenta una mayoría inicial en Baja California, Chihuahua, Durango, Nayarit, Aguascalientes, Coahuila, Guanajuato, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí, Tamaulipas, Quintana Roo y Yucatán.

De cumplirse todo ello, habría que empezar a revisar la proyección política del país para al menos la próxima década.