28 de Marzo de 2024

El TLC no tiene rating

Por Carlos Loret de Mola

Una de las enormes ventajas de trabajar haciendo noticiarios de televisión es que uno puede saber con detalle qué tanto interés despierta en la gente un tema. En cuestión de horas, máximo un día, las empresas especializadas informan la estimación de cuánta gente estuvo viendo cada programa minuto por minuto. Y por tanto, saber si al abordar cierto asunto la audiencia aumenta (a más gente la interesa) o disminuye.

Los ratings son muchas veces satanizados pero a no pocos encargados de programas nos resultan una herramienta muy eficaz para saber qué cosas le interesan a la gente y qué no. Estas mediciones minuto a minuto de audiencia, y enfatizo que hablo a título personal como siempre, me han hecho deducir que son falsos algunos de los grandes mitos sobre los ratings: no es cierto que la violencia siempre suba el rating, tampoco es cierto que una entrevista política siempre lo baje. En lo que he aprendido en casi catorce años de conducir un noticiario matutino televisivo es que incluso una mesa de análisis (que el lugar común dictaría que sería un mata-rating) aumenta la audiencia si está bien explicada, aborda un tema de interés y hay dinamismo y discusión entre los panelistas. Lo mismo una entrevista ágil, sabrosa. Es decir, en contra de lo que muchos analistas de medios deducen, la audiencia no sólo resulta seducida por la forma sino que le da un peso específico muy relevante al fondo. 

Saber el comportamiento de la audiencia no necesariamente significa actuar en consecuencia: hay cosas que hay que abordar, aunque tengan bajo rating. En este sentido, he detectado sistemáticamente que el tema de la renegociación del TLC baja el rating. No parece ser un tema en el que el público en general esté enganchado y si bien los medios de comunicación -electrónicos e impresos- le dan una preponderancia muy notable y el tema es uno de los más importantes en las conversaciones del círculo rojo, no ha logrado impactar en el llamado círculo verde.

He conversado informalmente con otros colegas sobre este asunto y me cuentan lo mismo: en el momento que empiezan a abordar las noticias del TLC, sus ratings dejan de subir o de plano bajan. No solo en televisión sino también en internet, medios en los que a diferencia de la radio y los periódicos, es mucho más rápida y precisa la medición de audiencias.

Quizá se deba a que el tema tiene su grado de especialización, y a veces las entrevistas derivan en conceptos tan exquisitos como las “reglas de origen del sector automotriz” o la “cláusula sunset”, que alejan la discusión del afectado.

Y si bien el detalle lo entienden muy pocos (no me apunto entre ellos), debemos tener claro que un fracaso en el TLC puede costarle a México miles de empleos y salarios, puede meter a la crisis a demasiadas familias mexicanas. Si eso estuviera presente en el imaginario público al consumir noticias sobre la renegociación del Tratado pienso que los niveles de audiencia serían otros.

Seguramente hace falta más claridad y mejor explicación, para que se contagie la preocupación, más ahora que ha cobrado mayor relevancia aún y el tema económico está apuntado para el tercer debate presidencial.