20 de Abril de 2024

Lo bueno, lo malo y lo feo de las campañas

Por Alejandro Hope

La temporada electoral llega a su fin. Es por tanto momento de hacer un balance, de enumerar lo bueno, lo malo y lo feo que dejaron estas campañas. Va entonces mí muy idiosincrática lista, centrada en los temas que atiende esta columna:

Lo bueno:

La seguridad fue tema. Contrario a lo previsto al inicio del proceso, los candidatos y los partidos no pudieron rehuir una discusión sobre la crisis de inseguridad que vive el país. Bien o mal, con propuestas estructuradas u ocurrencias sacadas al calor de un mitin, los candidatos a la Presidencia u otros cargos tuvieron que fijar postura sobre seguridad y justicia.

Algunos candidatos se atrevieron a pensar fuera de la caja. Están, por supuesto, las sugerencias del equipo de Andrés Manuel López Obrador de usar instrumentos de justicia transicional como un mecanismo de pacificación. Cualquiera que sea la viabilidad de esas propuestas, al menos obligaron a pensar con otras claves en el tema de seguridad.

Por aquí y por allá, desde todas las trincheras partidistas, en contiendas municipales, surgieron ideas interesantes de construcción de seguridad desde el espacio local. Por ejemplo, Miguel Treviño, candidato independiente a la alcaldía de San Pedro Garza García, Nuevo León, propuso revivir la policía municipal y crear un grupo especial de atención a la violencia familiar. Santiago Taboada, candidato del Frente a la alcaldía de Benito Juárez en la CDMX, ha planteado retomar el ejemplo de Morelia y establecer centros de atención de víctimas que faciliten la denuncia de delitos. Paola Migoya, candidata del Partido Verde a la alcaldía de Puebla, ha hablado de crear centros de paz siguiendo el modelo de Medellín, Colombia. Y hay otros ejemplos. Algunos se implementarán, otros no. Pero al menos permiten una discusión interesante sobre lo que se puede hacer por la seguridad desde el municipio.

Lo malo:

Salvo excepciones, seguimos atorados en el lugar común. Decir, por ejemplo, que se busca la profesionalización de las policías, así sin más, sin detalles sobre lo que se requiere para ese propósito, es no decir gran cosa. Pedir una fiscalía que sirva, en glorioso singular, sin pensar que el problema central de impunidad se ubica en los estados, es rehuir la discusión de fondo. En la mayoría de los temas, la discusión estuvo en ese grado de generalidad.

Nadie (o casi nadie) le puso pesos y centavos a sus propuestas. Tener policías competentes, fiscalías que sirvan y centros penitenciarios humanos cuesta mucho más que lo que dedicamos hoy al tema.

La diferencia se nota: tenemos lo que pagamos. Y nadie habló del tema.

El populismo penal está vivito y coleando. La barbaridad más vistosa fue, por supuesto, la propuesta mochamanos del Bronco, pero ciertamente no fue la única. El PVEM revivió la idea de restablecer la pena de muerte. Todo eso, a pesar de evidencia contundente: la severidad no disuade cuando la impunidad es casi universal.

Lo feo:

Los atentados y agresiones contra políticos locales en general y contra candidatos en particular.

Nada amenaza tanto a la democracia como la irrupción de la violencia en procesos electorales. Por cada muerto hay decenas de intimidados. Venga de donde venga la violencia, su uso para incidir en las elecciones nos acaba amenazando a todos. Si hoy es posible intimidar, agredir o asesinar a candidatos locales, ¿por qué no podría suceder lo mismo en seis años con candidatos presidenciales?

En resumen, las campañas fueron más propositivas que lo anticipado, pero sin romper con la jaula del lugar común. Y en el terreno de la realidad, la violencia llegó dando patadas a la política electoral. Ojalá, por el bien de todos, eso genere una reacción.