18 de Abril de 2024

Ser mujer y vivir con miedo

Por Miriam Lagunes Marín

El miedo es una reacción natural del ser humano, ante una situación que pudiera generarle algún daño o afectación, todas las personas lo hemos sentido en algún momento de nuestra vida y es útil en el sentido de que nos alerta para enfocarnos en afrontar un peligro del mejor modo, sin embargo, no es normal sentirlo de manera permanente;  una de las herramientas de control social más utilizadas precisamente es el miedo, se puede manipular el actuar de grandes grupos de personas por medio de la creación de temores colectivos, así nuestra atención se centra en dar una respuesta que incremente nuestras posibilidades de supervivencia y dejamos en segundo lugar cualquier otra actividad.

De acuerdo a la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana realizada en 2017 por el INEGI, el 78.8% de la población adulta en México considera que vivir en su ciudad es inseguro, estamos hablando de que prácticamente 8 de cada 10 habitantes hemos cambiado hábitos o costumbres cotidianas debido a que tenemos miedo, un ejemplo de ello es no dejar salir a los niños a jugar en la calle, dejar de usar cualquier accesorio que pudiera considerarse caro por miedo a ser asaltado, no salir de noche o evitar viajar en carretera para visitar amigos o familiares, nuestra conducta se ve afectada por nuestra percepción de la delincuencia.

Estos datos nos ubican en un contexto de violencia en el que todos estamos inmersos, sin embargo, cuando hablamos específicamente de las mujeres enfrentamos una realidad aún más dura, aunado al miedo de sufrir algún delito está la gran probabilidad de vivir abusos sexuales por parte del delincuente, el simple hecho de caminar sola por la calle o subir a un taxi es considerado riesgoso; una de las hipótesis que se toman en cuenta para tipificar un asesinato como feminicidio es que el cuerpo de la víctima haya sido expuesto en la vía pública, esto lanza un mensaje a todas las mujeres, pueden matarte y aventarte a donde quieran sin tener un castigo, lo mismo sucede con el acoso callejero, cualquier hombre puede decirte lo que se le ocurra solo porque sabe que no habrá consecuencia alguna, paradójicamente aunque la calle pareciera muy peligrosa para una mujer en donde más nos matan es en nuestra propia casa.

La violencia en contra de las mujeres ha sido ejercida de manera sistemática, la misma sociedad ha llegado a normalizarla a tal grado que en muchas ocasiones se culpa a la misma víctima por haber sufrido un ataque, pero no es un hecho aislado, es un mecanismo de control que se ejerce sobre nosotras para que sepamos que si no actuamos de acuerdo a la norma podemos acabar muertas en algún lote baldío, tomar acciones para exigir justicia y recuperar los espacios públicos para el uso y esparcimiento particularmente de las mujeres es parte fundamental del empoderamiento, no podemos hablar de igualdad cuando la mitad de la población en México vive con temor de manera permanente, recuperar nuestra libertad comienza por vivir sin miedo.