28 de Marzo de 2024

Manuel Zepeda Ramos

Snow. Tal como escriben nieve los anglosajones. Es el apellido de un británico novelista y científico de la física ya desaparecido, Charles Percy Snow quien, a finales del mes de mayo de 1959, dictara una conferencia en la Universidad de Cambridge que habría de resultar sumamente polémica entre la comunidad intelectual de la época.

Las Dos Culturas, llamó a su propuesta.

Este científico y escritor polémico decía en la esencia de su trabajo que había notado “una drástica separación y una gran incomunicación entre Ciencias y Humanidades, habiéndose constituido como consecuencia dos grupos polarmente antitéticos”. Imagínense, queridos lectores, la enorme ámpula que produjeron sus declaraciones entre las comunidades de la inteligencia aludidas.

Dijo más. “Son muchos los días que he pasado con científicos las horas de trabajo para salir luego de noche a reunirme con colegas literatos. He tenido amigos íntimos tanto científicos como literatos…he tenido la sensación permanente de moverme entre dos grupos comparables en inteligencia, racialmente idénticos, no muy diferente en cuanto origen social y con ingresos más o menos iguales por su trabajo, que habían dejado casi totalmente de comunicarse y que tenían tan poco en común respecto al clima psicológico, intelectual y moral que en vez de pasar de Burlington House o South Kensington a Chelsea, era como si hubiesen cruzado un océano”.

 

El debate propiciado por Snow, prácticamente se extendió a todo el mundo. No sólo no ha cesado sino que se ha intensificado debido a que cada día son más manifiestos los efectos negativos entre la separación entre las ciencias y las humanidades.

Diez y nueve años después de esta conferencia y sus consecuencias, la ANUIES propone en su reunión nacional en Puebla, desde el edificio Carolino y en el mes de octubre, lo que habría de convertirse en la formalidad de trato con la Divulgación de la Ciencia. Allí, el pleno de Universidades e Institutos de Enseñanza Superior de México acordaron y aprobaron que la Ciencia y la Tecnología debieran de tener el mismo trato de importancia que las Artes y las Letras en la tercera función sustantiva de la Educación Superior que es la Difusión de la Cultura.

El que esto escribe encabezó la encomienda en la Universidad Veracruzana.

El objetivo era, ni más ni menos, poner el conocimiento científico y tecnológico al alcance de las mayorías para que pudieran modificar su modo de vida.

Nos preocupaba mucho la producción agrícola y la salud en el campo, porque en Veracruz había muertes por tifoidea debido a que no se hervía el agua.

De inmediato buscamos los instrumentos para ello. Estaban en los medios masivos de comunicación. Hicimos una revista de divulgación, hicimos historietas y a la SEP le pedimos nos diera equipo nuevo y potente de transmisión y cabina para la radio universitaria. Nos lo concedió.

A partir de aquí deberíamos generar escritura suficiente y necesaria para  que el conocimiento pudiera ponerse en lenguaje accesible.

Sin saber nada sobre Snow y la gran polémica arriba descrita, reclutamos a estudiantes de humanidades y de comunicación para decodificar la información científica y tecnológica. Los resultados fueron inmediatos. Los estudiantes acudían a la fuente científica, entrevistándolos. Después regresaban a ella. El científico, poco interesado en poner su conocimiento en otro estrato que no fuera la revista especializada, se daba cuenta que su investigación podía ser entendida por los no iniciados. Algunos científicos se volvieron divulgadores de su conocimiento.

Cuando fuimos a la UNAM a la reunión nacional del tema, arrasamos. Mientras la hermana mayor presentaba como novedad un programa de radio de 15 minutos, la UV llevó 32, probados y transmitidos en la nueva radio que ya estaba convertida en la mejor de Veracruz. El Doctor Roger Bartra, allí presente, elogió el resultado, dándole un valor hegeliano a las propuestas presentadas. La UV se volvió líder nacional en divulgación de la ciencia con resultados evidentes. Hablo de la primera parte de la década de los 80.

En 1992, el 27 de diciembre, Mario Vargas Llosa publicó un artículo en El País al respecto de la conferencia de Snow sobre las dos culturas.  Dio por sentado que la polémica la había ganado Snow y habló de una tercera opción cultural que ya le da nuevos aires al conocimiento científico y humanístico. El autor de la Fiesta del Chivo, el Hablador, Pantaleón y las visitadoras, Elogio de la madrastra, entre muchas obras más, el ganador del Premio Nobel de Literatura para orgullo de los latinoamericanos, dijo en su artículo publicado en uno de los mejores diarios del mundo, cuando todavía no alcanzaba el mayor premio que la literatura otorga, que esa tercera opción cultural la constituyen los medios de comunicación de masas que ponen al alcance del mundo los resultados de la ciencia con National Geographic o Cosmos de Carl Sagan, poniéndolos como ejemplos concretos entre otros que señaló.

Lo dijo una autoridad consagrada que se ganó la vida durante muchos años haciendo radio de gran calidad, dominando todos los formatos, en su natal Perú.

A la distancia, me da un enorme gusto porque no nos equivocamos.

Al contrario, le dimos al alegato de Snow -sin enterarnos de él, por puro sentido común y de manera involuntaria-, una salida práctica, funcional y de resultados concretos, al poner el conocimiento científico y tecnológico al alcance de las mayorías de manera accesible a través de los medios de comunicación de masas, haciendo uso de las humanidades y de las técnicas de comunicación en auxilio de los científicos y técnicos.

¡Larga vida para la comunicación científica y tecnológica al servicio del desarrollo de los pueblos y a la mejoría de los habitantes de la tierra para que vean al mundo de mejor manera!