- Arqueólogos del Museo Nacional en trabajo de campo en el cerro del Mulato. La imagen impresa en una tarjeta postal está fechada en 1910 y forma parte de la colección gráfica del Instituto Nacional de Antropología e Historia, inv. 416846, Sinafo, Secretaría de Cultura-INAH
AGENCIA
CIUDAD DE MÉXICO
Compleja y apasionante, así describen propios y extraños la labor que durante 84 años ha realizado el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para proteger el patrimonio cultural de México que hoy es motivo de orgullo en todo el mundo.
Este 3 de febrero se celebra la fundación de una instancia que en 1939 apareció en la escena nacional por mandato del presidente Lázaro Cárdenas, como rama de la Secretaría de Educación Pública. Así se formalizó la labor de aquellos pioneros de la antropología y la arqueología que siempre pugnaron por dar al patrimonio cultural un papel fundamental en el desarrollo de la nación que se construyó a partir de la Revolución Mexicana.
En 1988, el INAH, ya perfilado como un frondoso árbol, se integró al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. A finales de 2015, al crearse la Secretaría de Cultura federal, la institución quedó bajo ese sector.
Durante más de ocho décadas muchos han sido los desafíos: hallazgos arqueológicos y paleontológicos, creación de escuelas y museos, investigación, difusión, restauración y conservación, batallas contra desarrolladores turísticos y empresarios de toda índole, instrumentación de leyes, por mencionar algunos retos a los que se suma en estos días la supervisión del proyecto del Tren Maya.
Basta conocer la numeraria para imaginar la titánica labor de los decenas de especialistas del INAH que hasta el 26 de enero han registrado, en la ruta que seguirá ese medio de transporte (península de Yucatán, cuna de la cultura maya), 39 mil 871 bienes inmuebles (estructuras, albarradas, plazas), 766 mil 266 fragmentos de cerámica (ya en análisis), mil 719 bienes muebles (cerámica, lítica, figurillas), 463 entierros, 675 vasijas completas y mil 197 cuevas y cenotes naturales, tan sólo del tramo 1 al 5.
Fortalecer el presupuesto
Antes de la pandemia, el INAH informó que al año atendía más de 27 millones de visitantes nacionales y extranjeros en los museos, sitios históricos y prehispánicos a su cargo, cifra que esperan se incremente, para lo cual es urgente que se fortalezca presupuestalmente.
En numerosas ocasiones, el titular de esa instancia, Diego Prieto, ha explicado que “pese a la importancia del instituto en la atención de los grandes y profundos retos que enfrenta el país, del crecimiento de la demanda que satisface, y de su impacto social, no hay proporción entre el incremento de sus responsabilidades, los presupuestos fiscales que recibe desde hace décadas y los menguantes recursos humanos con que cuenta para cumplir a cabalidad sus encomiendas”, testimonio que se incluye en el libro conmemorativo por los 80 años del INAH.
Sin embargo, como ya lo apuntó el periodista Luis Hernández Navarro en su artículo publicado ayer en La Jornada, “más allá de los problemas que puedan existir dentro, de su carencia estructural de presupuesto y de la tensión permanente que vive con otros intereses, ha sido y sigue siendo una institución fundamental en la defensa del patrimonio histórico. Reivindicarlo y celebrarlo es defender nuestro legado”.
Por eso hoy se reconoce la labor y esfuerzos de los más de 800 profesores-investigadores de tiempo completo; más de 200 arquitectos especialistas en conservación y restauración del patrimonio edificado; más de 180 conservadores restauradores de bienes muebles y asociados a inmuebles; decenas de museógrafos, diseñadores, montajistas y promotores educativos; casi 2 mil 700 trabajadores técnico-profesionales de base y más de mil 500 trabajadores eventuales, que aportan sus capacidades para sacar adelante las tareas del INAH.
Ahí está, para el disfrute de millones de mexicanos y visitantes de otros países, la extensa red de 160 museos nacionales, metropolitanos, regionales, locales y de sitio, la mayor del continente americano y una de las principales del mundo; sin contar las decenas de museos comunitarios, municipales y locales que reciben asesoría, orientación y apoyo del instituto para conservar sus colecciones registradas.
También se encuentran los millones de bienes muebles arqueológicos inscritos en el Registro Público de Monumentos, así como los más de 110 mil edificios históricos catalogados, incluyendo templos, conventos, capillas, haciendas, acueductos, fuertes, presidios, fábricas, construcciones civiles, militares y arquitectura vernácula; las 66 bibliotecas, entre las que destaca la Nacional de Antropología e Historia, en el Museo Nacional de Antropología, que custodia un valiosísimo conjunto de 60 mil libros, códices prehispánicos y virreinales, manuscritos y cartografía histórica; la Fototeca Nacional, en Pachuca, que resguarda casi un millón de imágenes analógicas; la Fonoteca del INAH, con más de 18 mil registros sonoros que refieren a estudios lingüísticos, historia oral y etnomusicología.
Con 35 bienes inscritos en la Lista Representativa del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural de la Unesco, México es el primer país de América y el sexto a nivel mundial con el mayor número de sitios reconocidos en dicha lista.
Lo anterior es apenas un bosquejo de la riqueza que, a pesar de los claroscuros administrativos, presupuestarios y a veces políticos, custodia el Instituto Nacional de Antropología e Historia, en sí mismo uno de los grandes pilares de este país.