- Aunque corre el rumor que su vestimenta se debe a una marca de refrescos, la tradición de la vestimenta de Santa tiene un origen mucho más antiguo
Agencias
México
Llegó diciembre y, con este mes, las calles, escaparates y todo el mundo se viste de tonos navideños. Sin duda uno de los protagonistas de estas fechas es Santa Claus quien, con su ejército de duendes, se encarga de hacer feliz a los niños.
Además de su figura rechoncha y bonachona, una de sus características básicas es su atuendo. Comúnmente vestido con un traje de terciopelo rojo con ribetes blancos de armiño, Santa Claus recorre todo el planeta en una sola noche llevando juguetes a los niños.
Aunque existe la leyenda urbana que indica que su atuendo fue decidido por una multinacional refresquera en una de las campañas publicitarias más exitosas de la historia, la realidad es que su atuendo tiene una historia mucho más larga.
De hecho, se trata de una modificación estilística del atuendo que, en vida, portó el personaje cuyas obras de caridad en favor de los niños inspiró su creación, hace más de 16 siglos.
Una historia de caridad
La leyenda de Santa Claus surge con la historia de San Nicolás de Mira, quien nació en la ciudad de Patara, en la actual Turquía, por allí del año 280.
Fue un obispo muy querido en su comunidad por su carácter afable y por la cercanía que tenía con los niños, a los cuales solía hacerles algunos regalos con el objetivo de verlos jugar felices en familia.
Se dice que, preocupado por tres jóvenes quienes, debido a la pobreza que sufrían, eran prostituidas por su padre, arrojó unas cuantas monedas de oro de forma secreta a su casa, con la suerte de que cayeron en las medias que ponían a secar en la chimenea.
San Nicolás de Mira es considerado el santo patrono de Turquía, Grecia y Rusia, además de gremios como el de los prestamistas y los marineros. Falleció en el siglo 4, un 6 de enero, y en estas naciones se sigue celebrando durante esta fecha.
Una tradición neerlandesa
El culto a San Nicolás se expandió pronto a toda Europa, pero logró enraizarse de mejor manera en los Países Bajos, donde el nombre del santo se tradujo a Sinterklaas, el cual décadas después se convertiría en el moderno Santa Claus.
Sinterklaas se encargaba de llevar oro o carbón a los niños, según como se hubieran portado a lo largo del año. Su vestimenta estaba inspirada en la de los obispos de la época: un traje rojo o púrpura y una mitra en lugar del gorro que conocemos en la actualidad.
Además, dice la tradición que no venía del Polo Norte, sino de España, desde donde partía con su caballo blanco y sus ayudantes, llamados “Pedritos”, unos simpáticos negritos traviesos.
Sin embargo, la cercanía de las culturas del norte de Europa con sus historias de trineos mágicos, renos y nieve, influyeron en la tradición a lo largo de los siglos, cambiándola para siempre.
¿Y el traje rojo?
La llegada de los inmigrantes neerlandeses a la Nueva Ámsterdam, actual Manhattan, hizo que el culto a Sinterklaas se convirtiera en una de las fiestas más grandes del futuro Estados Unidos.
Y aunque el traje de Sinterklaas era habitualmente blanco con rojo, la inversión de los colores y el aumento de peso en su figura se debe en buena medida a traducciones estadounidenses. La primera de ellas ocurrió en 1809, cuando el poeta Washington Irving lo rebautizó como Santa Claus.
En 1863, el dibujante sueco Thomas Nast ilustró el cuento “Una visita de San Nicolás”, escrito por Clement Clarke Moore 40 años antes, con la imagen que todos conocemos: un hombre gentil de barba blanca, abdomen prominente y traje rojo y blanco.
De hecho, Coca-Cola no fue la primera marca refresquera que empleó a Santa como su embajador. En 1915, la marca de agua mineral White Rock fue la primera en usar la imagen del querido personaje para promover su producto.
Poco después, una firma dedicada a la venta de carne de reno fue la primera en dibujar al bueno de Santa montado en un trineo con varios renos frente a él, consolidando una de las imágenes más populares de la temporada navideña.
Finalmente, a principios de la década de 1930, Coca-Cola le encargó al dibujante Haddon Sundblom renovar la imagen de Santa Claus para sus anuncios de fin de año y allí se consolidó la imagen que protagoniza las fiestas navideñas.
Información tomada de El Heraldo de México.