En esta época del año es común que las pieles se resequen, pero con algunos cambios mínimos en tu rutina podrás recuperar toda su eslasticidad de forma natural.
Agencias.-
Con la llegada de los meses más fríos del año, resulta necesario modificar las prendas de nuestro estilo para enfrentar las bajas temperaturas; pero así como la moda cambia, también lo hacen las rutinas para el cuidado de la piel ya que ésta tiende a resecarse más cuando la temperatura del ambiente comienza a bajar. De acuerdo con dermatólogas expertas, durante esta temporada el aire es más frío y seco, lo actúa como un irritante que elimina la capa protectora de la piel, haciéndola más susceptible a la sequedad y la irritación.
De la misma forma, el frío también puede hacer que las glándulas sebáceas disminuyan la producción de sebo, el aceite natural que la piel produce para protegerse y mantenerse hidratada. Sin esta barrera de aceite, la piel se vuelve más vulnerable a los efectos del frío y al ambiente seco, por lo que es recomendable echar mano de productos especiales para suplir este aceite natural y evitar la piel reseca.
Es así como la falta de humedad hace que la piel se vuelva áspera y con tendencia a picar, esto puede provocar irritación o la aparición de pequeñas grietas, que aumentan el riesgo de infecciones cutáneas. Igualmente, la piel seca pierde su luminosidad natural y puede adquirir una apariencia apagada o incluso agrietada, lo que contribuye al envejecimiento prematuro y al debilitarse la barrera cutánea, la piel se vuelve más sensible a factores externos, como los productos cosméticos o los cambios bruscos de temperatura.
¿Cómo evitar que la piel se reseque durante la temporada de frío?
Por ello, con la llegada del otoño y el invierno, mantener la piel hidratada puede volverse un desafío debido a las bajas temperaturas y los ambientes secos causados por la calefacción de interiores. Pero no te preocupes, pues existen 5 trucos que puedes implementar en tu rutina para mantener tu piel radiante y saludable sin importar la temperatura del exterior.
Limpieza suave y efectiva
Es importante comenzar el día con una buena limpieza, utilizando un limpiador suave que no elimine los aceites naturales de la piel. Durante el invierno, la piel tiende a resecarse más rápidamente, por lo que evitar productos demasiado agresivos es clave; en su lugar, busca limpiadores con ingredientes hidratantes como el ácido hialurónico o la glicerina, que ayudan a retener la humedad en la piel. Además, es recomendable evitar el uso de agua caliente, ya que esto puede exacerbar la sequedad, mejor opta por agua tibia para mantener un equilibrio adecuado en la piel.
Hidratación inmediata post-ducha
Después de la ducha, la piel es más receptiva a los productos hidratantes, por lo que es el momento ideal para aplicar cremas. Usa lociones o cremas que contengan ingredientes como ceramidas, ácido hialurónico o aceites naturales (coco, almendra, jojoba), ya que estos ingredientes ayudan a sellar la humedad; recuerda que el uso de humectantes en este momento maximiza la absorción y mantiene la piel hidratada por más tiempo. Es recomendable aplicar estos productos dentro de los primeros tres minutos post-baño para mejores resultados.
Protección solar todo el año
Aunque el sol no sea tan intenso en invierno, los rayos UV siguen afectando la piel, sobre todo porque la nieve y superficies claras pueden reflejar la radiación solar. Usar un protector solar con un FPS de al menos 30 es crucial para prevenir el envejecimiento prematuro y el daño solar acumulativo; además, algunas cremas hidratantes ya vienen con protección solar, lo cual facilita este paso en la rutina diaria.
Incluir mascarillas hidratantes y sueros
Para una hidratación profunda, las mascarillas hidratantes y los sueros ricos en antioxidantes y vitaminas son ideales para revitalizar la piel. Las mascarillas de ácido hialurónico o glicerina pueden aplicarse una o dos veces por semana, mientras que los sueros ayudan a potenciar la hidratación diaria; estos productos proporcionan un impulso adicional de hidratación y nutrición, algo muy necesario durante el invierno. Complementa tu rutina con sueros concentrados para lograr una hidratación más profunda y duradera.
Ambiente húmedo y cuidado de las zonas vulnerables
Finalmente, el ambiente seco, tanto por el clima como por el uso de calefacción, puede afectar la piel; por ello, utilizar un humidificador en casa ayudará a mantener los niveles de humedad óptimos, lo que previene la sequedad extrema. Además, no olvides proteger zonas sensibles como los labios y las manos, que son más propensas a agrietarse, usa bálsamos labiales y guantes para proteger estas áreas del frío y el viento, y asegúrate de rehidratar regularmente con cremas especializadas.
¿Cuáles son las consecuencias de no tratar la piel reseca en la temporada de frío?
Según expertas en dermatología, no tratar la piel reseca durante la temporada de frío puede tener consecuencias significativas, comenzando por la irritación y la picazón constantes. La sequedad hace que la piel se sienta áspera y pruriginosa, lo que lleva al rascado, un hábito que puede empeorar la condición, provocando enrojecimiento y pequeñas heridas; estas microfisuras pueden ser dolorosas y exponer la piel a bacterias, aumentando el riesgo de infecciones.
Con el tiempo, la sequedad no tratada puede provocar la aparición de grietas en la piel, especialmente en zonas como los labios, las manos y los talones. Estas fisuras no solo son incómodas y dolorosas, sino que también son puertas de entrada para patógenos, lo que aumenta el riesgo de desarrollar infecciones cutáneas más graves, que podrían requerir tratamiento médico. Además, la falta de hidratación contribuye al envejecimiento prematuro de la piel, acelerando la aparición de arrugas y líneas finas.
Finalmente, otra consecuencia importante es el empeoramiento de condiciones preexistentes como la psoriasis o el eczema, ya que la piel seca exacerba los síntomas de estas afecciones, incrementando la inflamación y los brotes. La deshidratación compromete la barrera natural de la piel, haciéndola más vulnerable no solo a irritaciones, sino también a reacciones alérgicas y a un aumento de la sensibilidad frente a productos cosméticos o ambientales.