Orhan Pamuk habla del libro en su estudio de Estambul, donde una amplia terraza encuadrada por los alminares de una mezquita cercana, da paso a una magnífica vista sobre el Bósforo y las siluetas de algunos de los edificios más reconocibles de la ciudad.
“Una sensación extraña” es un libro "épico sobre los problemas de la gente que vino a vivir a Estambul en los años 50, 60 y 70 e hicieron sus casas con sus propias manos". Y el hilo conductor es Mevlut Karatas, un vendedor callejero de "boza" (una bebida tradicional fermentada turca), quien, a pesar de todos los giros que da su vida, se aferra durante medio siglo a sus paseos nocturnos por Estambul al grito de "¡boza!", mientras el mundo cambia a su alrededor.
El título del libro se extrae de un verso del poema "El preludio", de William Wordsworth: "Una sensación extraña, la de no pertenecer a ese lugar ni a ese tiempo" y Pamuk explica que una traducción más exacta sería "tener la mente un tanto extraña, ver las cosas de una manera un poco diferente", que es "un cumplido que ha recibido durante toda la vida" de sus amigos.
"La primera vez que leí esta frase, hace ya 15 años, me dije: éste va a ser un buen título para un libro, pero aún no sé cuál será ese libro".
Y es que Mevlut tiene también "Una mente un poco extraña", por eso uno de los retos del Premio Nobel fue identificarse con el protagonista, contar la historia de una persona muy diferente a él por origen, clase económica y cultura, pero con el que comparte que ambos "ven el mundo de una manera diferente".
Una historia en la que Pamuk (Estambul, 1962) crea un universo de personajes muy diversos, el de las familias Hasan Aktas y Mustafá Karatas, y en la que la vida de padres, esposas, hermanos y primos transita por los principales acontecimientos de la historia turca, que el vendedor de "boza" encara siempre con optimismo y un punto de desapego.
"Yo quería que fuera un personaje pasivo, que pudiese estar en los diferentes momentos de la vida turca, porque si fuera un personaje de decisiones fuertes, acabaría siendo muy de izquierdas o de derechas, y eso no es lo que buscaba. Algunos pueden pensar que es un oportunista, pero es un buen tipo, que para sobrevivir y seguir con su vida tiene que adaptarse y no siempre decir lo que piensa".
El autor de obras como “Estambul” o “Me llamo Rojo” no esconde su simpatía por Mevlut y reconoce que lo que más le gustó de la novela fue escribir sobre la relación del protagonista con su esposa, Rayiha, cuya relación nace sobre un malentendido, lo que no le impide ser "muy feliz".
La idea de apertura es qué es el amor, "¿es la 'romantización' del amor poniéndolo sobre un pedestal o es la continuidad de la amistad?, disfrutar de la vida diaria y, por supuesto, disfrutar del sexo", indica entre risas Pamuk.
Una sensación extraña está relatada por un narrador cuyo discurso se ve a veces completado, a veces interrumpido por la voz de los personajes, entre ellos las tres hermanas, de las que dos no dudan en escaparse para casarse con el hombre al que quieren.
Y es que Pamuk no quiere representar a sus mujeres “como personajes débiles, todo lo contrario, las quiero hacer fuertes, con un lenguaje poderoso, con humor". El Nobel es un intelectual comprometido y crítico, a quien su denuncia del genocidio armenio en 1915 le acarreó problemas en su país, y que sigue convencido de que, "desde luego, a Turquía le iría mejor seguir con sus aspiraciones europeístas".