23 de Noviembre de 2024

González de León, 90 años del maestro

-El rigor y unidad de su obra y su defensa del espacio público son destacados por arquitectos de varias generaciones

AGENCIA

Teodoro González de León es arquitecto, escultor, pintor, artista, maestro, pensador, lector y amante de la buena música, de los viajes y de las ciudades.

El pensamiento y la estética que ha dejado como impronta de su arquitectura; la defensa del espacio público; la unidad que envuelve todos sus proyectos; la pasión con que se involucra en sus obras; el rigor en cada trabajo suyo, sea éste monumental, sea vivienda social o sea su propio estudio, son rasgos que destacan arquitectos de distintas generaciones.

Este domingo 29 de mayo, González de León cumplirá 90 años. Nació en esta ciudad en 1926 y es uno de los grandes artistas del siglo XX.

La huella de su obra está en las más variadas zonas de la Ciudad de México, en residencias, bancos, museos el Tamayo y el MUAC; edificios de oficinas como Arcos Bosques I y II, entre otros; edificios públicos: INFONAVIT y Palacio de Justicia Federal; centros educativos como El Colegio de México y la Universidad Pedagógica; en conjuntos de comercio y oficinas, Reforma 222 y, en proceso, el Manacar; en edificios de vivienda, los conjuntos habitacionales Mixcoac y José Clemente Orozco, éste último en Guadalajara, Jalisco.

En el país y el mundo también ha desarrollado grandes obras, como las embajadas de México en Brasil y Alemania. Buena parte de su trabajó lo creó junto a Abraham Zabludovsky, fallecido en abril de 2003.

Teodoro González de León estudió en la Escuela Nacional de Arquitectura de la UNAM; a finales de los 40 trabajó en el taller de Le Corbusier en Francia. Ha sido testigo y actor de la transformación de la arquitectura mexicana.

“Para México su figura ha sido muy importante. La contundencia de su geometría y rigor, en términos estéticos y de materiales, es un legado importante. Creo que se ve una continuidad, una contundencia. Particularmente me gusta mucho su obra temprana y la vivienda social. Una de las cosas por las que lo admiro mucho, y que me gustaría lograr alguna vez, es este rigor estético y de pensamiento que ha mantenido a lo largo de su carrera”, afirma la arquitecta Tatiana Bilbao.

De Teodoro no sólo hay que ver sus edificios, sino conocer sus conceptos sobre urbanismo y sus escritos, responde la arquitecta Fernanda Canales: “Sus escritos conservan de manera clara la fuerza de sus primeras obras, que involucraron la búsqueda de nuevos procedimientos constructivos más eficientes, materiales más duraderos y soluciones que exaltaran el sentido público de sus edificios, la relación con la calle, con la historia y la cultura local”.

José Gerardo Guizar Bermúdez, doctor en Arquitectura y maestro de la Facultad en la UNAM, destaca que la obra de González de León se caracteriza por tener una morfología, una unidad: “Es una obra que no hay que verla cronológicamente sino como una suma de obras que, por su morfología, tiene una unidad como pocos arquitectos la tienen”.

“Su gran aportación es que hace una arquitectura de forma claramente distinguible de la de otros arquitectos. En segundo lugar hace una síntesis de la arquitectura mesoamericana y virreinal aplicada a sus edificios; de joven viajaba por México, iba a los edificios del siglo XVI, a los conventos y tomó de ahí los volúmenes y la monumentalidad. Lo soberbio (lo tomó) del virreinato y de Mesoamérica, la simplicidad de las líneas. Ésta es una aportación que es mundial”. 

También resalta su capacidad de crear y solucionar tipos de arquitectura muy diversos: “Desde problemas domésticos como su propia casa estudio de 1996, que es fabulosa, que está ligada más a la escultura que a la arquitectura; hasta la obra monumental, el INFONAVIT, como la gran institución de vivienda; las sucursales bancarias, El Colegio de México o el Palacio de Justicia Federal, y la parte urbana con unidades habitacionales y con espacios como Reforma 222”.