* No siempre se reconoce la labor que realizan, exponiendo sus vidas a cambio de las de los demás
REDACCIÓN
NARANJOS
Aunque no siempre se les reconoce ni se les gratifica, los socorristas son como ángeles que salvan vidas en casos de accidentes, desastres naturales y otras eventualidades que se registran cada día en una amplia zona que se extiende desde el municipio de Ozuluama hasta Temapache, incluyendo la Sierra de Otontepec, la Brecha Huasteca y parte de Tamiahua.
Integrantes de organismos como Cruz Roja, Cruz Ámbar, Comando de Emergencias Médicas (CEM) y Comisión Nacional de Emergencia (CNE) brindan auxilio a quienes lo necesitan, en ocasiones como héroes anónimos, pues las personas a las que rescatan generalmente no saben quiénes las salvaron de la muerte.
“No esperamos un reconocimiento público, pues el sólo hecho de ayudar a alguien representa nuestra mayor satisfacción”, expresa el delegado local de Cruz Ámbar, Rubén Darío Carrillo Alarcón, quien asevera que al no contar con subsidios oficiales deben realizar labores de “boteo” e incluso invertir sus propios recursos.
Dijo que, a raíz de los cambios en las leyes mexicanas, la responsabilidad de los voluntarios es mayor ahora, ya que en ocasiones adquieren el status de primer respondiente, por lo que tienen que seguir el protocolo que indica el Código Nacional de Procedimientos Penales y hasta acudir a juicios.
Ser integrante de una organización de ese tipo exige disciplina y capacitación, por lo que constantemente acuden a capacitarse y siempre están para servir al prójimo, aún a costa de exponer sus vidas a cambio de las de los demás, a pesar de que pocos se acuerden que cada 24 de junio se conmemora el Día Internacional del Socorrista.