6 de Octubre de 2024

Sigue celebración a Muertos

Este domingo se escenificaron los “ochavarios” en distintos municipios y aún falta la festividad de San Andrés, el 30 de noviembre

MARIO HERRERA ROCHA

Naranjos

 

Finalizó una etapa más de las fiestas de Día de Muertos con la realización de los tradicionales “ochavarios” en distintos municipios de la región de la Sierra de Otontepec y la Laguna de Tamiahua, como es el caso de Chinampa, Tamalín y Tancoco, entre otros, como parte de una ancestral costumbre que prolonga la dedicación de los difuntos una semana más de lo esperado.

De hecho, la festividad dedicada a los que han fallecido, no se concreta a dos únicos días en el calendario, pues como señala el Cronista Municipal Manuel Munguía Castillo, un mes antes de que inicie noviembre comienzan los preparativos, específicamente el 29 de septiembre, día de San Miguel, cuando incluso se elaboran aún algunos altares no tal lucidos.

“La celebración a la muerte en México, y en especial en Veracruz, es tan importante que se prolonga por un ciclo completo que comienza, en muchos lugares, el 29 de septiembre, el día de San Miguel; en algunas partes de la Huasteca ese día hacen la primera tamalada. Acaba de entrar el otoño, por lo tanto es una época en la que ha concluido un ciclo agrícola, habrá cierta bonanza y productos que se van a utilizar en las celebraciones restantes del año”, expresa el también periodista.

Agrega Munguía Castillo que otra fecha importante es el 18 de octubre, dedicado a San Lucas, que es cuando los huastecos cortan de las matas los racimos de plátanos verdes con el fin de que lleguen maduros al 31 del mismo mes. De ahí siguen el Domingo Ranchero, previo al Domingo Grande, que es el domingo anterior del Día de Muertos, cuando se instalan plazas o tianguis en los que se expenden calabazas, hojas de plátano y maíz, carne, semillas de calabaza, condimentos, frijol de chivo y otros artículos propios de la festividad.

En cuanto al “ochavario”, escenificado ocho días después de la fecha principal, menciona Manuel Munguía que “éste requiere la elaboración de más tamales y arreglos que se llevan al panteón para compartir con quienes se encuentren ahí; se lleva música y bebida, se ejecutan danzas autóctonas y sigue la convivencia, que no termina precisamente ahí, porque aún falta la última ofrenda el 30 de noviembre, día de San Andrés”.