-Están convertidos en nidos de alimañas y refugio de vagos
Por MARIO HERRERA ROCHA
Lejanos quedaron los tiempos en que Petróleos Mexicanos (Pemex) se alzaba como un gran emporio en esta ciudad, con un edificio destinado a sus oficinas generales que primeramente fue de madera +donde ahora se encuentra el Campo de Empleados- y que posteriormente fue sustituido por el actual, aunque ahora se encuentra vacío, a diferencia de otros años.
La importancia del municipio en el ámbito petrolero nacional giraba en torno a su jerarquía como Distrito “Los Naranjos”, la cual fue perdiendo poco a poco hasta convertirse en un campo más del Área Cerro Azul-Naranjos del Activo Integral Poza Rica-Altamira (AIPRA), en el que labora un reducido número de personas, comparado con los miles de trabajadores con que antes contaba.
El desmantelamiento de Pemex, en Naranjos, ha sido también físico, pues sus instalaciones no son ni el asomo de lo que fueron en los años 70, con grandes terrenos que albergaban departamentos como los de Protección Catódica, Reparación y Terminación de Pozos, Ingeniería de Producción, Tuberías y Tanques, Carpintería, Taller Eléctrico y Combustión Interna, entre otros.
Muchas de aquellas grandes extensiones han sido desincorporadas del Gobierno federal -como el predio en que se ubica la tienda Soriana, por ejemplo- y otras están ociosas, plagadas de maleza, de edificios en ruinas y de maquinaria inservible, brindando a propios y extraños un aspecto deplorable y una inevitable imagen de decadencia.
Nidos de alimañas y refugio de malvivientes; lo único positivo que le dejan a Naranjos-Amatlán esos espacios, pertenecientes al famoso lote 260, es el ingreso que generan por concepto del impuesto Predial -que la empresa comenzó a pagar hace apenas algunos años-, ya que de ahí en fuera no funcionan más que como criaderos del mosco transmisor del dengue y la chikungunya.