-Fue precursor de las mejoras a la Parroquia de Amatlán
Por MARIO HERRERA ROCHA
Gran consternación causó entre los habitantes de Amatlán el fallecimiento del párroco Julio Reyes Piñón, ocurrido a sus 83 años exactos la madrugada de este martes en la Ciudad de México, ya que durante mucho tiempo se desempeñó como presbítero en la parroquia de “Nuestra Señora de la Natividad” de ese lugar, donde el 22 de marzo de 2008 celebró sus 50 años de vida sacerdotal.
El Padre Julio nació el 1 de marzo de 1933 en el poblado de Tlalpujahua, Michoacán, y vivió sus últimos días en la localidad de Citlaltépec, en la región de la Sierra de Otontepec; sin embargo, siempre intercedió por el pueblo de Amatlán, al que siempre quiso, como lo manifestó el Presidente del Comité Pro Huapango y Cultura Huasteca, Santiago Pérez Gómez.
En 1948 ingresó al Seminario Conciliar de la Diócesis de Papantla, en Teziutlán, Puebla, de donde pasó en 1951 al Seminario Nacional Mexicano de “Santa María Guadalupe”, en Moctezuma, Nuevo México, Estados Unidos, donde estudio tres años de Filosofía y cuatro de Teología, hasta que el 22 de marzo de 1958 se ordenó como Sacerdote.
En junio de ese mismo año ofició su primera misa y posteriormente inició su peregrinar por diversas parroquias como la de Nuestra Señora de la Asunción, en Misantla; la de Nuestra Señora del Carmen, en Gutiérrez Zamora; la de Nuestra Señora de la Asunción, en Ozuluama; la Catedral de Tuxpan; la parroquia de San Pascual Bailón, en Cerro Azu; la de San José de la Montaña, en Naranjos, y finalmente la de Nuestra Señora de la Natividad, en Amatlán.
A decir de Santiago Pérez, el clérigo Julio Reyes fue quien motivó a los amatecos para cambiar el techo de lámina de la iglesia por el de concreto que ahora tiene y a la construcción de su torre, además de una serie de mejoras a su infraestructura. “Él siempre expresó su deseo de descansar algún día aquí en Amatlán; sin embargo, aún no se sabe a dónde será su última morada”, expresó el promotor cultural.