Dícese, no sin falta de razón por lo que hasta ahora se observa en las encuestas, está tan seguro del triunfo de la recién elección presidencial venidera, que todas sus baterías -junto a las de Morena y aliados- apuntan a ganar la mayoría calificada en las cámaras de diputados y senadores.
Las mayorías calificadas, como se sabe, están conformadas por las dos terceras partes de los miembros de cada una de las cámaras del Congreso, esto es, 334 de 500 diputados y 85 de 128 senadores. Obtenerlas en las urnas es un objetivo estratégico de la 4T, así como impedirlo lo es de la oposición aliancista.
Ganar esas mayorías calificadas es una condición sin la que difícilmente transitaría el llamado “plan C”: la aprobación durante el último mes de su gobierno (septiembre de 2024) de las reformas constitucionales atoradas y/o pendientes de su proyecto de nación, a saber, la electoral, la del Poder Judicial y la relativa a la militarización de la Guardia Nacional.
De hecho, lo lograron en 2018, aunque luego la perdieron en 2021. Pero obtenerla en el Senado se ve prácticamente imposible, no solo por la actual correlación de las fuerzas políticas, sino por el diseño constitucional para la conformación de la cámara alta.
Al Senado lo integran 128 legisladores. Cada uno de los 31 estados y la CDMX tienen cuatro: dos de mayoría relativa, uno de primera minoría (el del partido que quedó segundo lugar en la votación) y uno de representación proporcional.
La mayoría calificada, decíamos líneas arriba, es de 85 senadores. Morena y aliados, con 75 en la actual Legislatura no la tienen. Por eso no pasaron la reforma constitucional electoral que proponía la elección de los consejeros del INE por el voto directo de la ciudadanía, ni la militarización de la Guardia Nacional (lo que fue el “plan A”). Solo transitaron algunos cambios electorales en las leyes federales sobre la materia cuya aprobación nada más requirió de una mayoría simple (lo que fue el “plan B”). Ya ni hablar de la reforma judicial. Su propuesta de elegir por voto directo de los ministros de la Corte jamás concitaría la mayoría calificada del actual Senado.
Supongamos, como sugiere la lógica en un primer escenario, que Morena y aliados ganan las dos senadurías de mayoría relativa en los 23 estados que gobiernan y quedan segundo lugar en los nueve restantes con un senador de primera minoría cada uno. Tendrían 55 asientos. Necesitarían quedarse con al menos 30 de los 32 senadores plurinominales para completar la mayoría calificada.
En un segundo escenario, donde triunfaran en los 32 estados con sus senadores de mayoría relativa y obtuvieran esos 64 asientos, requerirían 21 plurinominales para conformar la mayoría calificada.
Para conseguir los escaños requeridos en esos dos escenarios, Morena y aliados necesitarían obtener 90 y 50 por ciento, respectivamente, del total de la votación emitida, tomando como referencia que en 2018 hubo una participación ciudadana de 62.9%, esto es 55.5 millones de votos de los que Morena y aliados lograron el 43.6% (21.2 millones de votos), lo que se tradujo en 17 posiciones plurinominales. Pero también tomando en cuenta que la lista nominal de electores pasó de 88.3 millones a 97.3 millones de ciudadanos.
Sigue la desbandada en lo que va quedando del Partido Revolucionario Institucional. En poco más de 24 hora renunciaron otros dos de sus militantes destacados con su respectiva cauda de seguidores: el aspirante a la candidatura por la jefatura de gobierno de la CDMX del Frente Amplio por México (FAM), Adrián Ruvalcaba, y el exgobernador de Oaxaca, Alejandro Murat.
La dimisión de Ruvalcaba ocurrió ayer luego de que los dirigentes del PAN, PRI y PRD anunciaron que será el alcalde con licencia de Benito Juárez, el panista Santiago Taboada, el candidato único de la alianza para el gobierno capitalino, sin permitir que se le midiera vía encuestas o los votos de sus militancias con otros aspirantes como el alcalde con licencia de Cuajimalpa.
Otra decisión cupular como la que derivó en la postulación de Xóchitl Gálvez tras la cancelación de las prometidas elecciones primarias cercenó y deslegitimó las promesas de participación democrática del FAM y Ruvalcaba señaló a quien negoció su cabeza: el líder priista “Alito” Moreno Cárdenes quien tuvo el irrespetuoso desplante de notificárselo vía WhatsApp.
A principios de la semana, el líder panista Marko Cortés había adelantado la designación de Taboada como candidato único del Frente. “Alito” y el líder del PRD, Jesús Zambrano, criticaron y rechazaron el madruguete, pero finalmente lo avalaron el viernes pasado.
“Lamento que se haya llegado a un acuerdo cupular para designar a una persona (Taboada) ligada a construcciones irregulares” del cártel inmobiliario, dijo Ruvalcaba, quien acusó a Moreno Cárdenas de “no tener palabra” y de querer salirse por la tangente diciéndole que Xóchitl Gálvez había metido la mano en la decisión, lo que -aseguró- fue rechazado por la propia candidata presidencial frentista cuando habló con ella.
Ruvalcaba agregó que la semana próxima informará de su nuevo destino político y no cerró la puerta de ningún partido puesto que dijo llevarse bien con todos.
La lista de priistas que han renunciado durante la gestión de “Alito” ya es larga. Con sus negociaciones, que más parecen traiciones, está cavando la tumba del Revolucionario Institucional y con ella la suya.