Lo mismo ocurre en los callejones de la cabecera municipal, que en su mayoría también se encuentran en estado deplorable, por lo que el anhelo de quienes habitan en esas zonas es que pronto pueda concluirse la introducción del drenaje sanitario, para que por fin las calles y callejones puedan ser pavimentados y los caminos rurales sean habilitados.
Y es que la llovizna convierte las calles en un completo batidero de lodo, que solamente los más expertos equilibristas pueden sortear, para no caer en medio de un charco, ensuciar sus ropas o arruinar el calzado con el barro esparcido por las intransitables vías de comunicación, a las que en algunos casos sólo se puede acceder usando botas.
