29 de Marzo de 2024

Por Lucía Mora

Estudiante de Relaciones Internacionales del Tecnológico de Monterrey Campus GDL.

Con el final de la séptima ronda de negociaciones del TLCAN que se llevó a cabo en la Ciudad de México del 25 de febrero al 5 de marzo, es evidente que los encargados canadienses, estadounidenses y mexicanos que se reúnen con el propósito de revisar dicho tratado comercial, están muy lejos de llegar a un acuerdo que beneficie a todas las partes.

El desenlace de esta negociación está supeditada a una gran variedad de factores que influyen directamente en las decisiones de los países involucrados, pero que muchas veces pasan desapercibidos por la sociedad civil. Este acuerdo ha generado dinámicas y modelos económicos domésticos que han moldeado las relaciones de estos tres países por los últimos 30 años, es decir, juega un rol primordial en el desarrollo de los ciudadanos de cada país. Por lo anterior, los países están colocando en primer lugar de su agenda a sus intereses nacionales sobre cualquier otro factor.

Las elecciones presidenciales que se avecinan en México en julio, junto con las elecciones legislativas de mitad de período en los Estados Unidos en noviembre, son un factor por tomar en cuenta ya que añaden el riesgo de que los acuerdos que se tomen respecto al TLCAN estén intricados con consideraciones políticas internas, tanto del gobierno mexicano como del estadounidense. Además, es importante considerar que los renovados signos de tensión entre Enrique Peña Nieta y el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, sobre la construcción de un muro fronterizo han nublado las discusiones de los representantes de ambos países.

A pesar de que las negociaciones del TLCAN son un tema importante para la población de los tres países involucrados, la posición de Canadá es raramente atendida. Dentro de las prioridades de este país se encuentra evitar que Estados Unidos aplique aranceles a los productos que han estado comerciando libremente durante décadas, como lo son la madera y la energía. Una petición similar a la de México respecto a la industria automotriz y agricultora.

Recordemos que no solo se trata de negociaciones entre altos dirigentes políticos de Canadá, México y Estados Unidos, sino que se trata de un cambio, posiblemente radical, en los funcionamientos de la economía de los involucrados. El modelo económico que hemos conocido durante los últimos 30 años está en juicio. Por lo tanto, los resultados que se logren en estas rondas de negociación tendrán un efecto directo en la vida diaria de los ciudadanos, tanto canadienses y estadounidenses, como mexicanos.

El verdadero reto al que también se tendrá que enfrentar en el futuro son las dinámicas económicas, políticas y sociales que vendrán al finalizar estas negociaciones. El TLCAN ha representado históricamente un modelo y catalizador de relaciones comerciales, sociales y políticas entre los miembros. Cuando sumamos el riesgo que representa el hecho de llevar a cabo estas negociaciones en tiempos electorales tanto para México como Estados Unidos, las posibilidades de que asuntos políticos internos se vuelvan un factor determinante en la toma de decisiones, es cada vez más real y preocupante. Sin duda, los cambios que se realicen podrían significar una transformación importante en las dinámicas entre los tres países.

México, Canadá y EU celebrarán la octava ronda de negociaciones del TLCAN a inicios de abril. A pesar de que el panorama sigue siendo muy difuso respecto al posible desenlace, si algo está claro es que las crecientes conversaciones y tensiones respecto al tema han contribuido a la activación de todos los implicados. Por lo que NAFTA, ya sea viejo o nuevo, seguramente continuará.