23 de Abril de 2024

ALEJANDRO ALEMÁN

A medio camino de Tío Yim (México, 2019), la ópera prima documental de la cineasta mexicana Luna Marán, la directora se pregunta -y nos pregunta- “¿Cuántas formas hay de decir te quiero?”.

La incógnita se presenta en el contexto de su documental, que no es sino la historia de su padre - el Tío Yim del título- Jaime Martínez Luna: cantautor, filósofo, pensador zapoteco y hasta hace unos años, un empedernido bebedor de mezcal.

Gracias al abundante material de archivo que hay sobre su padre, Luna Marán inicia mostrando las presentaciones del Tío Yim (allá por los años ochenta) cantando trova serrana. Con una voz fuerte y letras combatientes que se describen en un cuadro idílico de los pueblos y comunidades de aquella zona de Oaxaca, Luna Marán era conocido y querido por toda la comunidad gracias a sus interminables proyectos de lucha a favor de los pueblos.

Pero, mediante un corte abrupto, la cámara nos muestra al Jaime Martínez Luna de la actualidad, envejecido, canoso y con la voz destrozada, luego de estar al filo de la muerte y ya en condición de abstemio, después de reconocer su alcoholismo, producto del exceso de mezcal que, según su esposa, tomaba luego de cada canción.

Aunque el relato suene en extremo dramático, el tono con el que la cineasta nos abre las puertas a la historia de su padre -que es la historia de su propia familia- dista mucho de una cinta trágica y dolorosa. Al contrario, la familia compuesta por tres hermanos, y la optimista madre y esposa del trovador, se abren a la cámara con particular entusiasmo, felicidad y soltura.

“Esta es la historia de dos hippies que se conocieron, tuvieron hijos y les enseñaron a sus hijos que el individualismo es malo, porque mata a la comunidad” dice a cuadro el único hermano varón de la familia. Y es que justo Tío Yim no sólo trata de ser una celebración a este padre singular, sino también una especie de revisión sobre su papel de padre ausente.

Siempre cantando, en las fiestas del pueblo que duraban tres días, o en alguna asamblea de la comunidad, ya sea impulsando medios de comunicación como la radio y la estación local de televisión, o luchando contra las compañías que pretenden hacerse de los recursos naturales de la región, Jaime Martínez Luna fue un padre ausente. El hombre recuerda, incluso, no estar presente en el nacimiento de una de sus hijas, puesto que estaba ocupado haciendo activismo.

Las mejores secuencias del documental son justo aquellas donde los hijos confrontan a su padre por su marcada ausencia. El tono no es de reproche, pero tampoco de negación. Los hermanos y su madre hablan del asunto sin tapujos, con el entendimiento de que su padre era una persona singular que entregó toda su vida al activismo y la vida comunitaria.

Así, con este ensamble de imágenes de archivo y largas horas de metraje reciente filmado por la cineasta, es que al final Luna Marán responde la pregunta: claro que hay muchas formas de decir te quiero, y este documental es una de ellas.

Tio Yim se puede ver de manera legal y en línea, en el sitio de la BBC Reels, festival de cine documental de la famosa cadena británica.