22 de Septiembre de 2024

Zanja pestilente

Drenaje a cielo abierto está ocasionado males respiratorios, cefaleas, mareos y dermatitis a vecinos

MA. CELIA ÁLVAREZ

Tuxpan

 

Una zanja de aguas residuales que serpentea entre los patios de casas en las calles Lirio y Obregón, de la colonia Rosa María, en su trayecto hacia el estero Tenechaco, donde desemboca, constituye un foco de infección para los vecinos, quienes se quejan de los olores pestilentes que despide cuando arrecia el calor y afirman que estar respirando esa inmundicia les provoca dolores de cabeza, mareos, enfermedades respiratoria y dermatitis, en especial a los niños, que en ocasiones presentan manchas parduzcas y erupciones en la piel.

La señora Mercedes López asegura que este sitio es conocido como “la zanja que viene desde el ISSSTE”, pues arrastra las aguas negras de la Clínica ubicada en la calle 5 de Mayo, de la colonia Zapote Gordo, así como de otras casas que no están conectadas a la red de colectores pluviales y desalojan hacia ese arroyuelo, tanto las aguas residuales como la que resultan al lavar sus trastes y ropa.

La señora Ernestina Saldívar, vecina del lugar indicó que en esta época, en torno al mediodía la zanja huele muy mal y les ocasiona dolores de cabeza e incluso les quita los deseos de comer, afirma, “¿quién va a tener ganas de comerse un plato de frijoles con este mugrero aquí?”, expresando su deseo de que las autoridades “aunque sea entuben para que ya no pase esa agua al lado de nuestras casas”. Llevan años tratando de que les solucionen el problema, dice, pero administraciones municipales van y vienen, y siguen en las mismas.

A lo largo del trayecto de esta zanja, desde su origen en la colonia Zapote Gordo hasta el estero, informan las quejosas, “algunos vecinos más pudientes embanquetaron o embovedaron el tramo que pasa por sus propiedades, pero nosotros los que no tenemos recursos, como no podemos hacer eso, tenemos que estar aguantando la peste”.

Una de las habitantes del lugar, Rebeca Hernández, explicó que cuando ella era niña, hace unos 30 años, en el arroyuelo que ahora arrastra aguas residuales, se podían pescar camarones, pues en aquella época solamente traía agua de lluvia, pero ahora, señalan otras vecinas, a raíz del crecimiento poblacional y sobre todo desde la apertura de la Clínica del ISSSTE, “aunque no llueva están escurriendo todo el tiempo” las aguas fétidas que les ocasionan molestias.

Doña Gregoria Cortés, quien reside en el último tramo que atraviesa esta zanja antes de desembocar en el estero, dice que en algunos lugares se puede apreciar la salida de excrementos humanos y que esta situación afecta como a 60 familias, cuyas casas se anegaron de aguas negras durante la inundación del año 1999; asimismo, alerta sobre un hundimiento que se ha formado recientemente en una cisterna situada a unos seis metros del estero, que los habitantes del lugar taparon con ramas y troncos, pero sigue representando un peligro, sobre todo para los más pequeños.