Añadió el florista que un problema que se les presenta es la competencia desleal de los vendedores que vienen de fuera y obtienen permiso municipal para expender sus flores en cualquier lado, sin pagar impuestos ni acatar norma alguna, “y eso nos perjudica a los comerciantes formales; por ejemplo, las rosas individuales ya no las tenemos, porque esa gente nos gana la venta”.
Don Miguel se dedicó durante muchos años a la jardinería; merced a la práctica cotidiana de ese oficio se encariñó con las plantas, aprendió a distinguirlas por su nombre y apariencia, y a cuidarlas con esmero. Más tarde se decidió por el giro comercial que maneja en su pequeño local, rebosante de lilis, gerberas, claveles, aves del paraíso, casablancas, concadores, acapulcos, delfinios, alcatraces, margaritas, polares, astromelias, lisiantos, hawaianas, anturios, campanas irlandesas e incluso ramas de durazno con alegres botones rosados en flor.
A pregunta expresa indicó que las flores que emplea para elaborar arreglos de diversos tamaños provienen del Estado de México, donde las cultivan en viveros, y una vez por semana va por un cargamento variopinto a la Central de Abasto de la Capital del país, el cual no suele ser muy abundante en estos tiempos en que la escasez campea en los bolsillos, dado que se trata de mercancía delicada y perecedera.
Para finalizar aseguró que tiene fe en que haya buenas ventas en esta fecha en que los enamorados celebran su felicidad y aceptó que, pese a la crisis y la merma en las ventas, tanto de flores como de otras clases de obsequios, “el detalle siempre existe, sigue estando ahí, presente”.
