La corrupción adquiere su máxima dimensión, sus efectos más negativos, añadió, cuando se da en quienes manejan recursos públicos y sacan provecho de manera egoísta, pero, en general, es un mal que parte del corazón humano y de ahí empieza a contaminarse y pudrirse todo: “Si hay mentira en una familia, en la pareja, en la escuela, en la Iglesia, en la sociedad, va creciendo el Mal, se van multiplicando los problemas y dificultades que, finalmente, complican la vida de todo un país”, reiteró.
Para combatir la corrupción, cuya magnitud evidencia el grado de descomposición social de un país, indicó, es preciso que las personas sean leales y cooperen para construir una sociedad mejor, haciendo las cosas lo mejor posible, en especial quienes son elegidos para servir a la ciudadanía: que en verdad lo hagan, de la mejor manera que puedan, subrayó. “Es el único modo de que los habitantes de un país puedan vivir en mejores condiciones, más serenos y rendir más en su labor, para ayudar al país a crecer”, concluyó.
