2 de Mayo de 2024

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La amistad era tal que fue el empresario quien le propuso integrar un Consejo Asesor Empresarial de la Presidencia. Fue el mismo día de la elección, el 1 de junio del 2018, cuando al calor de la celebración, copa en mano, el dueño de Grupo Salinas se lo deslizó y AMLO aceptó. En la casa de campaña del candidato de Morena estaban también el resto de los empresarios que terminaron por ser parte de aquel consejo que nunca funcionó.

Los primeros años de la autodenominada 4T fueron, si no miel sobre hojuelas, muy llevaderos para Salinas Pliego. López Obrador integró a funcionarios cercanos al magnate en su gabinete, además de que le pidió que lo apoyara con la dispersión de los recursos de programas sociales a través de su red sucursales de Banco Azteca y con bajar las comisiones que cobran sus empresas a los paisanos que envían remesas al país. La respuesta de Salinas Pliego siempre fue sí.

Todavía a finales del 2020, Salinas Pliego cabildeó con el entonces coordinador de los senadores de Morena, Ricardo Monreal, una iniciativa para que el Banco de México pudiera adquirir los dólares que las instituciones financieras en México no pueden cambiar en Estados Unidos, la cual fue polémica y no logró pasar, en parte porque el exsecretario de Hacienda, Arturo Herrera, y otros intermediarios financieros se opusieron.

Fue a partir del 2021 cuando Salinas Pliego comenzó a subirle el tono a sus publicaciones en redes sociales, particularmente en X –antes Twitter–, donde no solo critica a sus detractores y clientes insatisfechos, sino a los políticos, sobre todo de la 4T, a quienes llama “gobernícolas”. Ese año, la entonces jefa del Servicio de Administración Tributaria (SAT), Raquel Buenrostro, acusó al empresario de adeudar 40 mil millones de pesos al fisco. Fue hasta octubre del 2022, días después de la salida de la funcionaria del SAT, cuando Salinas Pliego pagó 2,800 millones de pesos.

Lo que vino después fue un uso intensivo de redes sociales para defenderse. En una estrategia de comunicación que ha resultado eficaz por su alcance y resonancia, el dueño de TV Azteca, Elektra y Banco Azteca se ha posicionado en contra de varios funcionarios de Morena, como su secretaria general Citlalli Hernández; del gabinete presidencial, como el titular del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano, Jenaro Villamil; el vocero presidencial, Jesús Ramírez; la tesorera de la Federación, Elvira Concheiro, su hermano el subsecretario de Educación Superior de la SEP, Luciano Concheiro, y el director de Materiales Educativos de esa dependencia, Marx Arriaga, entre otros. También tiene pleito con ideólogos y propagandistas de la 4T, como el productor de series de TV, Epigmenio Ibarra.

El presidente dijo que, si bien tienen diferencias ideológicas, Salinas Pliego no es su enemigo.

Ese era el estado de las cosas hasta que, en diciembre pasado, el empresario fue recibido en Palacio Nacional por el presidente, como se reveló el 22 de febrero en esta columna.

La reunión fue para intentar limar las asperezas muy marcadas que surgieron hacía meses entre el magnate y el gobierno de la 4T, incluido el mandatario.

Entre varios temas, se habló de la “persecución” contra las empresas de Salinas Pliego; la campaña de redes sociales en su contra, orquestada por el vocero Jesús Ramírez y otros personajes del ala dura y radical de Morena; el recorte prácticamente a cero de la publicidad gubernamental a TV Azteca; la recuperación de una concesión de un campo de golf en Huatulco; la negativa para autorizar una concesión minera en Baja California a una de sus empresas y el adeudo fiscal que le reclama el gobierno.

El empresario llevaba anotados todos los temas por los que se sentía agredido, perseguido y “traicionado” por el Presidente, a quien respaldó desde sus tiempos como jefe de Gobierno de la capital y hasta su llegada a la Presidencia, con la apertura de sus espacios informativos.

López Obrador escuchó uno a uno los puntos de Salinas Pliego y en resumidas cuentas le aseguró que no había nada personal contra él y que el mandatario no tenía que ver en las decisiones de sus funcionarios; que simplemente eran políticas de su gobierno, pero que no se preocupara, porque no continuaría lo que el empresario considera una “persecución”, y que buscaría una manera para que pagara lo “justo” en el tema fiscal.

No pasaron más que unos días para que en redes sociales se desatara una nueva campaña en contra del Banco Azteca, propiedad de Salinas Pliego, y luego la negativa para renovarle la concesión del campo de golf Tangolunda hasta 2027.

El Presidente dijo que en aquella reunión le planteó a Salinas Pliego una reducción de 8 mil millones de pesos a los cerca de 23 mil millones de pesos que supuestamente adeuda al SAT, a lo que el empresario se negó.