2 de Mayo de 2024

Una migración inducida

Por Francisco Martín Moreno

No, no creo en las casualidades políticas y, mucho menos, cuando faltan escasamente 3 semanas para la celebración de las elecciones intermedias en Estados Unidos en las que, de perder los republicanos el control del congreso, podría derivarse la afortunada destitución del peleador callejero que habita en la Casa Blanca para desgracia del mundo.

De la misma manera en que existen sólidos indicios de gran poder probatorio en el sentido de que George Bush II urdió y ejecutó una estrategia para derribar las torres gemelas con el ánimo de acusar a Al Qaeda, un terrible enemigo de los Estados Unidos que “sólo él” podría derrotar si lo reelegían como jefe de la Casa Blanca, objetivo que desafortunadamente alcanzó con creces. Trump, por su parte, desesperado por la posibilidad de que los republicanos pierdan el control de las cámaras legislativas, decidió, según el novelista que redacta este breve espacio, inventar su propio conflicto para poder acusar a los demócratas, sus adversarios, de su indolencia al no haber aprobado el presupuesto necesario para construir un muro de casi 3 mil kilómetros para separar la frontera entre México y Estados Unidos.

¿Cuánto pudo haber invertido el mañoso magnate, experto en la manipulación de la opinión pública, en comprar a 3 mil acarreados sepultados en la pobreza, para crear un escándalo mediático urdido para lucrar electoralmente con la incapacidad de sus oponentes políticos de defender sus fronteras de las “hordas bárbaras” provenientes del hemisferio sur? ¡Canicas! El montaje ha sido perfecto porque una parte importante del electorado de aquel país, harto de las migraciones ilegales, bien podría elegir o reelegir el próximo 6 de noviembre a legisladores republicanos, los únicos “valientes y decididos” para defender a la patria de unos invasores “criminales”. La trampa ha sido colocada con gran destreza y habilidad para impedir el impeachment, el proceso de destitución del presidente de Estados Unidos más odiado y despreciado por la comunidad internacional de los tiempos modernos y también de los pasados, los que sean.

¡Claro que Trump amenaza con enviar al ejército de su país a la frontera con México para impedir el acceso de más “rufianes, violadores y asesinos”, en este caso ya no mexicanos, como nos ha calificado siempre, sino hondureños, de la misma manera nocivos para continuar la construcción del gran sueño norteamericano! ¡Claro también, que pretende asustar a México con la cancelación del TMEC, si nuestras fuerzas armadas no impiden la entrada de esos miles de seres humanos sobornados por él mismo para lograr sus fines políticos domésticos! ¡Claro que toda esta estrategia fue diseñada para consumo personal del electorado estadounidense y, principalmente, para impedir la destitución del actual inquilino de la Casa Blanca, en el entendido de que la suerte de los humildes hondureños le tiene sin cuidado! ¡Claro que es una migración inducida!

Si se tratara de que México aceptara o no el ingreso en territorio nacional de 3 mil hondureños para concederles empleo en la siembra de árboles en el territorio nacional, la respuesta política de López Obrador sería bienvenida, pero la realidad sería muy distinta: uno, porque los supuestos refugiados aprovecharían cualquier documento migratorio para dirigirse a su destino final, Estados Unidos, o sea, constituiría un error garrafal, y dos, porque tan pronto se supiera de la buena voluntad del gobierno mexicano para aceptar migrantes a quienes se les ofrecería un plato, una cuchara, un techo y un empleo, esta decisión provocaría una pavorosa estampida también de nicaragüenses, venezolanos, bolivianos, haitianos y más cubanos, prófugos del infierno en que difícilmente subsisten en sus respectivos países. ¿Ya se perdió de vista que al día de hoy 2 millones 500 mil venezolanos han huido del paraíso impuesto por “Maburro”? Que quede claro que no se trata de solo 3 mil hondureños…

López Obrador se equivoca con su ayuda humanitaria sin prever que su política bien podría propiciar una gigantesca marea humana proveniente del hemisferio sur, un tsunami de refugiados imposible de alojar en el barco mexicano que podría naufragar con los fugitivos a bordo. Trump también se equivoca al amenazar con la cancelación de ayudas económicas a Honduras si no detiene el éxodo que él mismo provocó, porque al revés, la idea sería instrumentar un Plan Marshall centroamericano para crear empleos y riqueza en esas latitudes, de modo que se arraigue a las personas en sus lugares de origen. ¿Más errores? Aquí voy: Trump debería cancelar las compras de petróleo a Venezuela para precipitar la debacle de Maduro y de esta suerte, reconstruir un sistema democrático que impida la sangría de venezolanos por toda América Latina.

Las migraciones son fenómenos contemporáneos que afectan a muchos países del mundo, solo que, en este caso, probablemente se trata de una migración artificial, diseñada por Trump para permanecer en el poder a 3 semanas de lo que podría convertirse en su destitución como Presidente de Estados Unidos.

Como bien decía Alfonso Martínez Domínguez: un buen político no es quien sabe resolver un problema, sino quien sabe crearlo, y Trump, todo parece indicarlo, ha sabido urdir su plan para volver a confundir a la opinión pública de Estados Unidos, en esta ocasión, para mantenerse en el poder.

Si México permite el ingreso de los hondureños, malo, porque no sembrarán árboles y sí, por contra, se dirigirán a Estados Unidos a la primera oportunidad, sin perder de vista que Trump repatriará este año a 200 mil mexicanos.

Si México rechaza a los hondureños, malo también, porque se habría exhibido como un país de salvajes incapaz de recibir a refugiados a punto de la inanición, además de mostrarnos como un gobierno sometido a los caprichos de Washington, en lugar de demostrar dignidad diplomática, una justificada independencia política ajena a las consecuencias de la cancelación arbitraria de un tratado comercial que lastimaría a ambos países, pero más a México por razones obvias.

Mal si dejamos entrar a los hondureños y mal si no se los permitimos… ¿Cuál será el mal menor…?