3 de Mayo de 2024

Medir con la misma vara

Por Raúl Taiyo

“En política lo importante no es tener razón, sino que se la den a uno”

-Karl Adenauer

Lo interesante de la política (o de los sistemas políticos) recae en su capacidad de desarrollo de acuerdo a los contratos sociales, necesidades y condiciones de las naciones en donde se dan. Es por esto, que se habla de la política mexicana como diferente de la latinoamericana (la cual se intenta homogeneizar cuando en realidad hacer esto, sería simplemente falaz) o por ejemplo, de la política mexicana como diferente de la estadounidense o de la canadiense. La política no es intrínseca a cada región o continente. Ergo, cada sistema político difiere en comparación con el del país vecino lo cual en teoría enriquece la noción democrática.

A pesar de las existentes similitudes entre los diferentes sistemas políticos, hay una que siempre ha sobresalido: la forma con la que medimos la política ejecutada por hombres y la ejecutada por mujeres. Esta similitud se da en todos y cada uno de los sistemas políticos existentes, y todo recae en la estructura androcéntrica que hemos consolidado a lo largo del tiempo. Me parece relevante mencionar que esta práctica se replica a lo largo del globo incluso en Estados Unidos, la supuesta tierra de los libres y de los sueños para todos (los afortunados de ser hombres).

Una investigación del Harvard Kennedy School demostró que la existente brecha entre hombres y mujeres en los niveles más altos de política, se debe a los estereotipos perpetuados por el electorado. El estudio demuestra que la búsqueda de poder, es una acción directamente relacionada a la masculinidad, mientras que la feminidad está socialmente construida a partir de actividades de sentido ‘comunal’ o ‘comunitario’. Es por esto, que todas las mujeres que persiguen altos puestos de poder, son percibidas en contra de estos sentimientos ‘comunales’ lo cual es inconsistente con las reglas sociales. Los resultados de la investigación también demostraron que los hombres que buscan ocupar la política, son vistos con mayor agencia y asertividad, mientras que las mujeres eran vistas como poco solidarias. Incluso, estos intentos de búsqueda de poder generan disgusto generalizado entre el electorado (2019).

Al parecer, la búsqueda del poder aparenta tener dueño ya que en la historia de los Estados Unidos se han dado casos en la que la vara con la que medimos ha sido completamente diferente. Por ejemplo, los Clinton representan una de las formas más grandes en las que perpetuamos una estructura social desigual, ya que a Bill se le perdonaron sus amoríos, el acoso y el perjurio. Dejando como más afectada a Mónica Lewinsky, quien hasta la fecha sigue siendo la señalada como la incitadora. Por otro lado, si analizamos el caso de Hilary, encontramos que el error admitido de los correos electrónicos le costó su carrera presidencial, le ganó odio en línea y le garantizó por siempre la imagen de mentirosa y apátrida al pueblo norteamericano.

Parece que se necesita establecer un derecho humano que permita a las mujeres equivocarse en la arena política ya que el escrutinio al que se les expone difiere completamente del de los hombres. De manera histórica, la relación entre poder y mujeres ha requiero una cosa: emulación de la noción masculina; desde la vestimenta a la modulación de voz, porque las mujeres dentro de la política se han dado cuenta de que para ganar agencia, necesitan verse y proyectarse como hombres.

Las elecciones de 2020 representan una oportunidad para los estadounidenses de virar en la forma que se genera política al emitir un voto que trascienda más allá del sexo del candidato. A pesar de no ser parte de nuestra realidad, no podemos ser ajenos a la política de otros países, porque en política todo es personal y lo personal siempre se vuelve política.