23 de Noviembre de 2024

Aquí vivió el primer emperador de México

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  • El llamado Palacio de Iturbide, cuya idea comenzó en la mente del conde de Valparaíso, es una de las construcciones más hermosas del Centro Histórico

Agencias

México

Aunque en el Centro Histórico de la Ciudad de México hay decenas de edificios que destacan por su historia y las leyendas que los rodean, pocos tienen el privilegio de haber sido el más alto en su época y también ser hogar del primer emperador mexicano.

Ubicado en la calle de Madero, el Palacio de Iturbide, antigua casa de los descendientes del conde de Valparaíso, es uno de los edificios más bellos en términos arquitectónicos, pues fue creado bajo una interpretación mexicana del barroco español.

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Al interior de este palacio se suelen instalar exposiciones.

Su historia se alarga por varios siglos, desde que era uno de los solares despejados del famoso zoológico de Moctezuma, que abarcaba la área que después fue concedida por Hernán Cortés a la Orden de San Francisco la cual, para generar algunos recursos, dividió y vendió entre los laicos.

Su primer dueño europeo fue Gonzalo Juárez de Córdoba, contador mayor del Real Tribunal de Cuentas de la Nueva España. Se sabe que lo cedió a las religiosas de Santa Brígida quienes, a su vez, lo vendieron a Fernando de Campa, conde de Valparaíso, rica región minera que incluía territorios de los actuales estados de Jalisco, Zacatecas, San Luis Potosí y Durango.

Un hermoso regalo de bodas

Con la llegada del conde de Valparaíso, el palacio vivió su momento de gloria. Construido desde cero, Juárez de Córdoba quería que la edificación fuera la más imponente de la metrópoli, pues sería el regalo de bodas para su hija, Mariana Berrio de la Campa.

De acuerdo con documentos del Real Archivo de Indias, el conde incluso recibió el beneplácito del rey para que su palacio fuera más alto que el del propio virrey de la Nueva España, algo muy poco frecuente en la época. De hecho, durante varios siglos, sus cuatro pisos colocaron al palacio como el edificio más alto de la Ciudad de México.

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La fachada se considera una obra maestra del barroco mexicano

La hermosa obra de arquitectura estuvo a cargo de Francisco Guerrero y Torres, quien retomó algunos rasgos indígenas para enriquecer los espacios, creados bajo el estilo barroco español.

Aunque el proyecto comenzó en 1770, el palacio no terminó de construirse sino hasta 1785. En esos 15 años, los hábiles artesanos mexicanos transformaron la cantera y el tezontle en intrincados diseños geométricos y botánicos, además de motivos inspirados en leyendas.

Un palacio digno de emperadores

A lo largo de su historia, el Palacio de Iturbide sirvió como residencia de varios virreyes. De hecho, Félix María Calleja recibió en él su nombramiento, mientras que el último gobernante de la Nueva España, Juan de O’Donojú, vivió en este mismo sitio.

Tras el triunfo del movimiento independentista, en el 27 de septiembre de 1821, llega a él quien, quizá, fue su habitante más famoso. Agustín de Iturbide no solo vivió en el palacio, sino que en su balcón, frente a una multitud que lo vitoreaba, proclamó el nacimiento del primer Imperio Mexicano un año después, en mayo de 1822.

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Durante algún tiempo, el palacio sirvió como cuartel y hotel.

El experimento imperial mexicano duró solo 18 meses, a los que siguieron varios años de disputa entre conservadores y liberales hasta la consecución de la constitución de 1857. Durante ese tiempo, el palacio fue sede del Colegio de Minería y en el tiempo de la invasión estadounidense, sirvió como cuartel.

En 1855, vuelve a ser vendido, en esta ocasión al empresario vasco Anselmo Zurutuza, quien ordenó una completa remodelación para convertirlo en uno de los hoteles más lujosos de la capital en su momento.

Una joya cultural del Centro Histórico

La vida del Palacio de Iturbide como hotel duró varias décadas, hasta su cierre en 1930. Por varios años fue edificio de oficinas, hasta que en 1964 fue adquirido por Banamex, empresa que ordenó una nueva remodelación, la cual estuvo a cargo del famoso arquitecto Ricardo Legorreta.

En este sitio se expone buena parte del acervo acuñado por el banco.

Cuarenta años más tarde, en 2004, reabrió sus puertas como el Palacio de Cultura Banamex, donde se ofrecen exposiciones, presentaciones de libros y otros eventos culturales, la mayoría de ellos de acceso libre, por lo que es un punto imperdible si te encuentras de visita en la Ciudad de México.

Información de El Heraldo de México