Agencias
México
Conoce la leyenda el Café de Tacuba, fundado en una casona que durante muchos años albergó a mujeres con enfermedades mentales
Hace algunos años, científicos de la Organización Europea de la Investigación Nuclear (CERN, por sus siglas en francés) descubrieron que las superficies conservan cierta memoria de los objetos y el tiempo que pasó por ellas.
Si estudiaran las paredes de las centenarias casas que han sobrevivido en el Centro Histórico de la Ciudad de México, seguro encontrarían rastros de miles de narraciones, algunas de ellas reales y otras simples trascendidos que se convirtieron en leyenda.
El Café de Tacuba ocupa una hermosa casona antigua en el Centro Histórico. Foto: Café de Tacuba
Una de ellas forma parte del encanto de uno de los establecimientos más famosos del primer cuadro de la ciudad, el Café de Tacuba, fundado en 1912, aunque la historia del recinto que ocupa data de muchos años antes
La historia que suelen contar decenas de empleados de este popular sitio, consagrado a la cocina mexicana, es un relato que se dice sucedió justo en la época en que a espaldas de este lugar había un hospital para enfermas mentales
Una historia de enfermedad mental y amor
Tiempo después de la conquista por parte de los europeos, la zona ubicada entre la Torre Latinoamericana y el Palacio de Minería fue concedida a la orden franciscana que, poco a poco, fue desincorporándola para ganar recursos económicos.
Una de las personas que adquirió terrenos en el sitio fue José de Sáyago, un artesano que abrió las puertas de su casa a la prima de su esposa, quien padecía una enfermedad mental. Tiempo después, los Sáyago empezaron a darle albergue a mujeres que deambulaban por las calles, víctimas de los mismos padecimientos.
Conmovido por su esfuerzo, el arzobispo Francisco de Aguiar y Seijas le propuso al matrimonio llevar su obra de caridad al cercano Colegio de San Gregorio. A su muerte, la Compañía de Jesús toma el relevo como patrocinador de este sanatorio, uno de los primeros de su tipo en la ciudad.
La expulsión de los jesuitas, el paso de una administración civil del hospital, ya entonces conocido como del Divino Salvador, y el retorno de una orden religiosa al frente del mismo, la de las Hijas de la Caridad de San Paúl, formaron parte de la historia de uno de los varios sanatorios mentales con los que contó la ciudad durante sus primeros años.
Una historia de amor y enfermedad mental
Cuenta la leyenda que, justo cuando el hospital del Divino Salvador pasó a cargo de la orden de las Hijas de la Caridad, también conocidas como Clarisas por una de sus fundadoras, Santa Clara de Asís, se desarrolló una trágica historia de amor.
María Blasa era una hermosa mujer, hija de Ignacio Negrete, dueño de la casa donde actualmente se encuentra el Café de Tacuba, quien deseaba dedicarse a la cocina, pero su padre tenía otros planes, por lo que hizo que entrara en el convento de las monjas clarisas.
Los salones del Café de Tacuba mantienen el encanto de sus primeros años. Foto: Café de Tacuba
Como parte de su servicio religioso, María Blasa tenía que pasar algún tiempo auxiliando a los enfermos mentales del sanatorio del Divino Salvador, ubicado en la actual calle de Donceles, a espaldas de su domicilio.
Allí, un interno quedó perdidamente enamorado de la hermosa monja, quien rechazaba todas sus propuestas amorosas, debido a que se encontraba consagrada a la vida monacal a la que la había orillado su padre.
Dicen que el espíritu de la religiosa aún deambula por distintos espacios del restaurante. Foto: Café de Tacuba
Se dice que en un arranque pasional, el trastornado enamorado acabó con la vida de María Blasa. Tiempo después, la zona sufrió distintas transformaciones, incluyendo el traslado de las enfermas tratadas en el sanatorio al moderno Hospital de la Castañeda, construido durante el Porfiriato.
Sin embargo, siglos después de la tragedia, cientos de personas aseguran que el espíritu de la monja se aparece aún en las escaleras del Café de Tacuba, pero no para asustar, sino para aderezar con su historia las alegres tardes del lugar.
Información de El Heraldo de México