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La victoria de Marruecos que eliminó a España del Mundial tuvo un impacto simbólico muy fuerte más allá de las canchas de Qatar.
El triunfo fue reivindicado por el mundo árabe y sus comunidades migrantes en Europa, pero despertó también expresiones de xenofobia, con algunos ataques en Italia contra aficionados marroquíes y las declaraciones del partido ultraconservador Vox.
Una estampa resumió el significado de la victoria marroquí, con el equipo vencedor que mostró una bandera de Palestina al final del partido contra España, acto que reveló el sentimiento de unidad entre los pueblos árabes con el futbol como pretexto.
“Esta victoria es para Marruecos, África, el mundo árabe y todas las naciones que creyeron en nosotros", afirmó Imad Aït Ounejjar, encargado de un restaurante en Casablanca. “Éramos millones apoyando.
Este equipo representa un espíritu, una unión”, agregó exultante.
Youssef Lotfi, trabajador de la construcción de 39 años, nació en Casablanca pero se mudó a España cuando era niño. Dijo que siente amor por ambos países, pero festejaba orgulloso la victoria.
“Marruecos representa a todo el mundo árabe, a todo el continente africano. Esto es indescriptible, es la parte más gloriosa”, comentó.
Hermandad
Incluso en el contexto de la aguda crisis entre Marruecos y Argelia, el futbol unió a los dos “pueblos hermanos”.
“Lejos de todos los trolls odiosos y malintencionados de las redes sociales, el pueblo argelino está detrás del pueblo marroquí. Sus hermanos y vecinos están con ustedes”, publicó la página DZfoot, que cuenta con más de un millón de seguidores en Twitter.
Varios internacionales argelinos también celebraron el logro marroquí en las redes sociales.
En Siria, Arabia Saudita y en lugares tan distantes como Gaza se produjeron escenas de júbilo tras los partidos de Marruecos en la fase de grupos. Después de conseguir el boleto a cuartos de final sobre España, los festejos cobraron mayor intensidad.
Los aficionados palestinos incluso improvisaron una canción en honor del once norafricano.
La migración árabe en Europa convirtió lugares que usualmente son escenario de festejos de emblemas del futbol de ese continente en capítulos de fiesta y hazaña colectiva.
En España, donde habitan unos 800 mil residentes de Marruecos, hubo festejos por todo el país, la mayoría de ellos de forma pacífica, aunque no estuvo exenta de alguna riña menor entre aficionados contrarios en un pequeño bar de Huelva.
En Barcelona, la segunda ciudad más grande del país, una multitud de jóvenes agitó banderas marroquíes, egipcias, argelinas y palestinas en el centro. Ahí, los seguido-res del Barça suelen festejar las grandes victorias.
Incluso el presidente del gobierno autónomo de Ceuta, Juan Vivas (PP), admitió el disgusto en la ciudad que gobierna por la eliminación de España, pero rechazó la acusación de Vox, de que las celebraciones de marroquíes sean consentidas por su partido.
En Italia, ultraderechistas atacaron a aficionados de Marruecos que celebraban la victoria. En Bélgica y Países Bajos hubo más de un centenar de detenidos por disturbios relacionados con los festejos.