Agencias
Esto
¿Cómo es posible que Mbappé anotó tres goles en una final de un Mundial y Francia no pudo ganarla? El asombro es legítimo. Sólo una vez había pasado algo parecido, con el inglés Geoff Hurst, e Inglaterra ganó, pero al francés no le alcanzó. Apenas Montiel anotó el penalti decisivo, el delantero francés comenzó a deambular en el campo.
Un aire de orgullo le dio valor los primeros minutos, los de la euforia después del vértigo de una tanda dramática, como si no fuera consciente del golpe, pero conforme pasó el tiempo la figura del atacante se fue diluyendo, en un golpe de realidad. Mbappé le rehuía a los abrazos hasta del presidente Macron y terminó sentado en la banca, mientras el festejo argentino estaba en pleno.
Aunque una final de Copa del Mundo es una final de Copa del Mundo, y quien no la gana queda permanentemente marcado, Mbappé no se fue del estadio Lusail del todo derrotado, al menos no en la cuenta definitiva. El francés, campeón del mundo en el 2018, de alguna manera recibió la estafeta de parte de Lionel Messi como el jugador llamado a marcar una época, si es que acaso esa no empezó ya desde hace un tiempo. Los ciclos del futbol a veces se abren y se cierran de manera perfecta, uno se va, pero el otro llega.
El partido de Kylian Mbappé apela a la esencia del genio, ese que no necesita estar de manera permanente en contacto con la pelota para marcar diferencia. El delantero pasó desapercibido casi 80 minutos, sin siquiera dar signos de esperanza, pero luego su figura se magnificó.
El futbolista total no solo es aquel que es capaz de hacer valer su capacidad en favor del juego, sino también aquel que impone su personalidad. Mbappe está próximo a cumplir 24 años, pero la seguridad con la que maneja en las distintas facetas lo retrata como un veterano. El delantero no dudó para marcar los tres penales que tuvo, dos en el partido y uno más en la tanda. No hubo dudas ante el Dibu, que si ya es difícil marcarle uno lo es más hacerle tres.
El delantero del París Saint-Germain también demostró su capacidad en la gambeta y el golpeo. Cada vez que encaraba en el mano a mano un nervio recorría a la Argentina entera. El francés enseña la pelota y luego cambia de ritmo, siempre propenso a la falta. El gol que igualó las acciones es una mezcla de talento con inteligencia, la tendencia asociativa para buscar la pared y luego definir con un remate acrobático, digno del mejor de los delanteros.
Kylian perdió la final, su gesto retrató la tristeza cuando subió al estrado para recibir la Bota de Oro, tras convertirse en el goleador del Mundial, con ocho tantos anotados.
Si la cosa sale bien, a Mbappé todavía le quedarán tres Mundiales más por disputar, como si el mundo estuviera a sus piés. El francés ya suma 12 goles en 14 partidos, a ese ritmo los 17 de Klose parecen un registro sencillo de superar, pero Kylian aspira a otra cosa. Aunque falta mucho, el delantero se enfila a ser parte de una conversación con los más grandes, algunos ya le han visto cualidades incluso de Pelé. Le falta tiempo, pero a su edad, tiempo es lo que le sobra.