Panaderos artesanales convierten harina en alegría familiar
MARIO HERRERA ROCHA
Naranjos
Desde hace más de 30 años Narciso Purata Juárez es cómplice de Melchor, Gaspar y Baltazar, ya que como todo panadero artesanal se dedica a darle consistencia a kilos y kilos de harina que, junto con otros ingredientes, toma forma oval o circular y termina decorada con frutas cristalizadas, con al menos seis muñecos en su interior.
Se trata de las tradicionales roscas de Reyes, que año con año “Chicho” se dedica a elaborar en “La Flor de Naranjos” desde el día 2 y hasta el 10 de enero, para lo cual aplica nada menos que 18 horas diarias junto con sus tres ayudantes, una de las cuales es su esposa. “Esto es una fábrica”, expresa orgulloso de su trabajo.
Confecciona no menos de mil 500 roscas que además de la económica, le dejan la satisfacción de saber que su producto se convierte en alegría familiar y es motivo de convivencia en hogares, escuelas, oficinas y muchos otros lugares. “Las de levadura son de naranja y las de panqué son de vainilla con fresa y coco rallado”, expresa en tanto atiende su negocio ubicado sobre la Avenida Juárez de la Colonia Progreso.
Asegura que la clave para que el pan adquiera un sabor agradable y se pueda degustar sin atorarse, es el uso de materia prima de calidad, pero revela algo más: “para que todas las roscas de un tipo queden del mismo tamaño se deben utilizar las medidas exactas y para que tomen la misma forma se requiere buena mano, como la mía”.
Relata que la rosca de Reyes más grande que él haya creado midió 40 metros de diámetro y fue saboreada por mucha gente: “Hace dos años la hice por encargo del Ayuntamiento de Tamalín; allá la armé delante de los espectadores y fue una sensación”, declara Narciso Purata, mientras atiende a un par de clientes que no saben por cuál decidirse.