En 1983, Neil McIntyre, profesor de medicina, y Karl Popper, filósofo, escribieron un artículo intitulado, The Critical Attitude in Medicine: The Need for a New Ethics. Traduzco las frases iniciales: “En medicina, al igual que en otras profesiones, ocurren errores. En ocasiones las consecuencias son triviales, pero a menudo son serias y otras veces pueden ser catastróficas. Debe buscarse la forma de corregir los errores; lamentablemente en muchas ocasiones el daño es irreversible. El único beneficio que puede derivarse de un error es evitarlo en el futuro”.
El tema “errar en medicina” es apasionante. Lo es, porque siempre es necesario acudir al médico. Incluso las madres que paren bebés con ayudas de parteras, por pobreza, por principios o por desconfianza en los médicos, tarde o temprano requieren la asistencia de un pediatra para sus hijos/hijas. Por comodidad enlisto algunas reflexiones:
- Errare humanum est es una vieja y gran idea. Todo mundo lo sabe: Errar es humano. Aprender de los errores es imprescindible.
- En latín, la expresión original dice, Errare humanum est, sed perseverare diabolicum, concepto adecuado e inteligente: “Errar es humano, pero perseverar en el error es diabólico”. Esa idea debería ser escuela en medicina.
- No ser contumaz, i.e., “que se mantiene firme en su comportamiento, actitud, ideas o intenciones a pesar de castigos, advertencias o consejos”, en medicina (y en la vida) es fundamental.
- Son tres las fuentes por medio de las cuales se aprende y se crece en medicina: de los libros, de los enfermos, de la experiencia. Los médicos jóvenes abrevan de todas ellas: de libros y revistas, la teoría; de enfermos gracias a la clínica, cuyo origen etimológico proviene del griego, “atender a los pacientes en la cama”, y de la experiencia, gracias a las enseñanzas de los maestros. Quien se ciñe a esa tríada comete menos errores.
- Crítica es una bella palabra. Del griego krinen, significa “capaz de discernir”, así como, “separar, decidir, juzgar”. Quien se somete a la crítica crece. Se mejora a partir de los aciertos y se progresa cuando se cavila en los yerros. En medicina, la crítica es indispensable.
- Práctica añeja en medicina es la presentación de casos clínicos. Advertir errores y comentarlos es fundamental. La crítica debe ser acérrima. Cuando se discuten pifias médicas, el amiguismo debe minimizarse.
- Denunciar errores es ético. Encubrirlos no lo es. Errar en medicina y buscar cómo solventarlo concierne a la ética médica. En la actualidad esa actitud es infrecuente. Priva la lealtad hacia los compañeros, hacia el hospital, hacia la economía —“me mandas pacientes, te mando pacientes”— y hacia las compañías farmacéuticas, no hacia la verdad.
- El profesionalismo médico, “Contrato no escrito entre médicos y sociedad cuya finalidad es ejercer la medicina con integridad, compasión y empatía...” debe vigorizarse. El profesionalismo suma autocrítica y ética. Los médicos atentos a la crítica son autocríticos; los galenos autocríticos se ciñen a principios éticos.
- La lealtad de los médicos debe ser hacia los pacientes. No hay dobles raseros.
Errar en medicina es frecuente. Mitigar errores depende de una actitud autocrítica, de saber ser recipiendario de críticas y de tener la habilidad de escuchar a enfermos y colegas. La ética médica se fortalece cuando se suman esas actitudes.