Señaló además que en estos casos, una comunidad viva debería ser capaz, con un gasto no excesivo, de adquirir una campana nueva para los usos litúrgicos y confió en que un diálogo franco con el párroco de Tamiahua en estos términos podrá resolver la cuestión sin conflictos y con la plena satisfacción de
todos, tal y como ocurrió ante la intervención de autoridades municipales.
Y destacó que en caso contrario, queda el recurso a las autoridades civiles dedicadas a la tutela del patrimonio cultural, así como a las autoridades diocesanas, en cuanto que es también prerrogativa del Obispo vigilar sobre la tutela de los bienes culturales eclesiásticos, al tiempo que agradeció el interés ciudadano respecto de los bienes culturales de la Iglesia.