- La segunda jornada de homenajes dio paso a las reuniones que definirán al sucesor en la Capilla Sixtina
AGENCIAS
ROMA
Una jornada marcada por el recogimiento y la expectativa se vivió el domingo en Roma, donde cardenales de todo el mundo acudieron a la basílica de Santa María la Mayor para rendir homenaje al papa Francisco, fallecido el pasado 21 de abril.
Desde la madrugada, la basílica abrió sus puertas a miles de fieles y, entre ellos, los purpurados que se han ido congregando en la ciudad para participar en las sesiones previas al próximo cónclave.
Los cardenales, procedentes de 71 países, no solo acudieron a despedirse del pontífice, sino también a iniciar discretamente los contactos necesarios para la compleja tarea que les espera: elegir al nuevo papa. Tras el funeral celebrado el sábado, comenzaron ahora las congregaciones generales, reuniones que serán clave para conocer a fondo a los electores, intercambiar impresiones y evaluar a los posibles candidatos.
El lunes, los purpurados se reunirán en el Aula del Sínodo, donde planean definir la fecha del cónclave. Según las normas vaticanas, la elección deberá celebrarse entre el 5 y el 10 de mayo, respetando el máximo de 20 días tras la muerte del pontífice.
La composición del colegio cardenalicio revela un panorama inédito: el 80% de los electores fueron nombrados por el mismo Francisco, aunque las diferencias de origen y pensamiento dentro del grupo son notables. Lejos de garantizar una línea uniforme, la diversidad refleja una Iglesia en transformación, donde cardenales de Mongolia, Irán o Papúa Nueva Guinea deberán encontrar consensos a pesar de sus realidades tan distintas.
En este escenario, figuras con experiencia, conocidos como los “hacedores de consensos”, jugarán un rol crucial. Aunque el término “hacedores de reyes” incomoda a varios de ellos, su tarea de tender puentes entre visiones dispares será determinante.
Un asunto delicado asoma en el horizonte: la participación del cardenal Angelo Becciu. Sancionado por Francisco tras su implicación en un escándalo financiero, su presencia en el cónclave podría depender de una votación secreta entre los electores, generando tensión adicional en un proceso ya de por sí complejo.
El precedente de 2013, cuando Jorge Bergoglio fue elegido tras pronunciar un discurso que movilizó a los cardenales hacia un nuevo horizonte pastoral, resuena ahora con fuerza. Aunque el contexto ha cambiado, el reto de identificar al líder que pueda responder a los desafíos de la Iglesia contemporánea sigue intacto.