26 de Abril de 2024

CARLOS LORET DE MOLA

La de 2006 no fue una elección pulcra.

No sólo en México. También la que ganó Alemania para organizar el Mundial de fútbol de ese año.

La historia comienza al arranque del milenio, con el legendario Nelson Mandela empoderado en Sudáfrica y cabildeando para que el continente negro albergara por primera vez una Copa del Mundo.

Lo había logrado, de palabra: Joseph Blatter, Presidente de la FIFA, se comprometió a que el Mundial 2006 sería en África.

Sudáfrica contendía por la sede contra Alemania, que era apoyada por Europa, y contra Inglaterra, respaldada por la Commonwealth (Comunidad de ex colonias británicas).

 

En la primera ronda, quedó fuera Inglaterra. Para la segunda, todo indicaba que habría un empate. Las ventajosas reglas de la FIFA ¡obligan! a que el quórum sea de número par para que en caso de empate el presidente tenga voto de calidad.

Como Blatter se había arreglado con Mandela y se preveía el empate, todos esperaban la unción de Sudáfrica.

Pero hubo una sorpresa. Llegada la votación definitiva, el titular de la confederación de Oceanía, quien tenía la indicación de sus agremiados de apoyar a Sudáfrica, se abstuvo alegando “presiones intolerables”.

Con tal maniobra, Alemania se quedó el Mundial de 2006, Blatter logró el apoyo unánime para continuar en la presidencia (por un lado, quedó claro a los africanos que estaba de su parte; por otro, los europeos se salieron con la suya), e indirectamente Brasil entró en escena.

Ese día Blatter instauró la rotación de continentes. Para 2010 sólo compitieron africanos. Sudáfrica se impuso con facilidad a Marruecos, el Egipto de Mubarak y la Libia de Gaddafi en tándem con el Túnez de Ben Alí. Ahí mismo se definió que para 2014 se escogería una nación sudamericana.

Todos los sudamericanos voltearon a ver al Brasil de moda, el Brasil de Lula. Colombia levantó la mano, pero rápido, Blatter la desbarrancó: dijo que en realidad su postulación era un acto de relaciones públicas. Sanseacabó.

Así, desde 2003, Brasil sabía que sería sede de la Copa del Mundo en once años.

Nunca un país había tenido tanto tiempo para organizar un Mundial de fútbol. Nunca un país lo había hecho tan mal como Brasil:

Se ve sensacional en la tele, pero basta husmear un poco en los intestinos de la Copa para escandalizarse con temas que van desde el exagerado y corrupto costo de estadios, que no quedaron terminados, hasta fallas en los vuelos, internet, tráfico, infraestructura, celulares, y una larga lista de etcéteras que vuelven complicada la viabilidad de un evento de esta magnitud.

SACIAMORBOS

Para la elección de Presidente de FIFA se otorga un voto por país. Valen igual Alemania que Suazilandia, Francia lo mismo que Turcos y Caicos. Y hay muchas denuncias de que el programa social de la FIFA llamado Goal, que busca desarrollar el fútbol en países pobres, se usa para comprar votos. Se canalizan millones de dólares que no pocas veces terminan en los bolsillos de los directivos (Trinidad y Tobago construyó con ese dinero un centro deportivo… y lo escrituró a nombre del hoy ex presidente de CONCACAF).