29 de Abril de 2024

Mujeres indígenas, tema pendiente en la agenda latinoamericana

Por Lucía Mora

Muchas veces, cuando abordamos las cuestiones más importantes que aquejan a nuestra región, Latinoamérica, dejamos de lado un tema básico como lo es el caso de las mujeres indígenas. Un tema de suma importancia, necesario de abordar si queremos alcanzar la plena igualdad y ejercicio de nuestros derechos en cada país de la región.

Según el último informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en América Latina y el Caribe existe una población de más de 23 millones de mujeres indígenas que pertenecen a más de 670 pueblos. Asimismo, el informe asegura que entre los principales problemas de desigualdad a los que se enfrentan se encuentran la deserción escolar, la migración y la baja participación en el mercado laboral.

Hoy en día, lamentablemente, las mujeres indígenas son de los grupos sociales a nivel regional que cuentan con menos visibilidad y cuya participación dentro de la vida política, social, cultural y económica es poco valorada o incluso ignorada. Un ejemplo de esto, recae en el hecho de que según la Organización de las Naciones Unidas, a menudo es ignorado el hecho de que las mujeres indígenas son importantes actores en el tema de la mitigación al cambio climático. Según José Graziano da Silva, jefe de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), las mujeres indígenas de América Latina deben estar en el centro de los esfuerzos para adaptar el desarrollo de la agricultura con el objetivo de hacer frente a la amenaza del cambio climático y ayudar a combatir el hambre y la pobreza.

De la misma manera, uno de los principales problemas a los que se enfrentan las mujeres indígenas, es la falta de disponibilidad de datos sobre sus verdaderas condiciones de vida. Este vacío pone en evidencia uno de los problemas más urgentes que enfrentan los Estados porque, si se busca generar un cambio en la situación de este sector de la población, la información debe ser la principal herramienta utilizada para el diseño y seguimiento de políticas públicas encaminadas a sus necesidades.

Al estudiar caso por caso, es obvio que la condición de las mujeres indígenas en diferentes países latinoamericanos no ha mejorado mucho. A pesar de que durante los últimos años ha habido un aumento en los esfuerzos por abordar las necesidades de este grupo, según el reporte Latinoamérica Indígena en el Siglo XXI del Banco Mundial, los modelos de desarrollo y los instrumentos analíticos que los Estados han puesto en marcha para abordar sus principales necesidades son poco sensibles a la realidad que la mitad de los indígenas de la región vive.

Este problema se deriva también de la falta de información sobre las verdaderas condiciones del sector, lo que provoca que, aunque se creen políticas públicas, programas sociales o cualquier tipo de instrumento dirigido a este sector en específico, ninguno de estos será adecuado ni capaz de solventar las causas del problema si no están apegados a la realidad.

Por último, al hablar de mujeres indígenas es importante abordar uno de los problemas más recurrentes al que se enfrentan: la discriminación. Un informe presentado por ONU Mujeres en febrero del año en curso revela que cuando las discriminaciones de género y etnia se cruzan se multiplica el nivel de carencias que vive una persona. Un ejemplo de esta discriminación estructural recae en el hecho de que, según la CEPAL, siguen existiendo importantes desventajas en el acceso y la permanencia de las niñas y jóvenes indígenas en el sistema escolar. Además, existen distintos factores de tipo cultural, social, territorial, etc. que se traducen en una desventaja para las mujeres indígenas y provocan que su participación económica sea mucho menor que la de los hombres e incluso que la de las mujeres no indígenas.

A manera de conclusión, puedo decir que si buscamos que América Latina se convierta en una región de igualdad y progreso, es necesario no dejar atrás a todos aquellos grupos y personas que históricamente han sido excluidos y discriminados. De no ser así, cualquier indicador de desarrollo será un mero maquillaje de la realidad.