Es el único adjetivo que le cabe a la paliza futbolística que dio Alemania a Brasil en su propia casa, en su Mundial
AGENCIAS
Brasil
Histórico. Es el único adjetivo que le cabe a la paliza futbolística que dio Alemania a Brasil en su propia casa, en su Mundial. Es que muy pocas veces se han visto partidos con tanta diferencia entre dos equipos en una semifinal. Fue 7-0 para Die Mannschaft y humillación para la Canarinha en el Mineirão de Belo Horizonte.
En el primer tiempo parecía que Brasil se llevaba por delante a Alemania y en los primeros cinco minutos tuvo un córner a favor y dos llegadas por intermedio de Marcelo y Hulk. Pero fueron sólo eso, cinco minutos.
Los teutones empezaron a desplegar su sistema de juego, a ganar en cada sector de la cancha, a manejar la pelota y a atacar con profundidad. Así generaron varias chances, hasta que a los 11 minutos Thomas Müller, el goleador alemán en la Copa, recibió sólo en el segundo palo un gran córner de Tony Kroos, definió de primera y puso el 1-0 que paralizó a un Mineirão que todavía ni imaginaba lo que estaba por venir.
Poco más de 10 minutos después, Miroslav Klose iba a quedar en la historia del fútbol Mundial como el máximo goleador de la competición de todos los tiempos. Marcelo perdió una pelota en la salida, Kroos filtró el pase para Müller, quien en el área vio a su compañero de ataque sólo, se la dio y este definió de primera, Julio César tapó pero dejó un rebote corto y Klose no perdonó.
Lejos de bajar el ritmo, los dirigidos por Joachim Löw fueron por más y un minuto más tarde, a los 24, Philip Lahm armó una gran jugada y se la cedió a Kroos para que ponga el 3-0. La máquina europea siguió atacando y 60 segundos más tarde, Sami Khedira, una de las figuras, distribuyó el ataque y se la dio a Kroos, quien estaba nuevamente solo en el área para poner el 4-0, el segundo en su cuenta personal.
Brasil estaba noqueado, sin reacción, mal parado y Alemania aprovechó para poner el 5-0 a la media hora de juego por intermedio de Khedira. Los 15 minutos finales del primer tiempo fueron una pesadilla para los de Scolari, quienes no sufrieron el sexto gol en contra, más por la piedad alemana que por méritos propios. Cuando el árbitro del partido pitó el final de los primeros 45 minutos, la gente despidió a la Canarinha con silbidos y algunos hasta se iban del estadio.
Para el segundo tiempo, Felipao decidió sacar a Hulk y a Fernandinho y mandar a la cancha a Paulinho y Ramires, buscando ganar la mitad de la cancha, donde claramente estaban recibiendo un baile de proporciones catastróficas. Mientras que Löw decidió cuidar a Hummels, quien había llegado con lo justo y mandar a la cancha a Mertesacker.
Los cambios parecieron surgir efecto en Brasil, que intentó descontar varias veces, pero siempre chocó contra el mejor arquero del mundo, Manuel Neuer. Ante esto, el técnico alemán decidió sacar a Klose y poner a Andre Schürrle para tener mayor movilidad y velocidad en la contra, algo que funcionó y tuvo varias jugadas que por Julio César no terminaron en el sexto gol, el cual llegó a los 69 minutos luego de un desborde de Lahm, que se la cedió a Schürrle para que la empuje. Para colmo, 10 minutos después el delantero volvió a repetir y puso el 7-0.
Brasil sólo pudo aspirar al gol del honor que llegó a un minuto del final por intermedio de una corrida de Oscar, quien definió cruzado y puso el 7-1 final.
Esta generación de jugadores teutones fueron formados para esto, juntos consiguieron en 2009 la Eurocopa Sub 21 y hoy, sumándole algunos jugadores de experiencia y otros más jóvenes más la confianza en un técnico que trabaja hace 12 años con la Selección, ridiculizaron a Brasil en su casa y llegaron a la final de la Copa del Mundo.