Ucrania y la reconformación del orden global
LUIS HERRERA
Rusia es una potencia territorial. En su territorio (17 M Km2) se podrían acomodar holgadamente todos los países europeos (10 M Km2.) Conservar y proteger su territorio, fue la prioridad de la Rusia zarista, después de la Unión Soviética y actualmente de la Rusia de Putin, de ahí su sostenida y abrumadora capacidad militar. Rusia vive de la tierra. De sus recursos renovables y no renovables. Es un país con pocos amigos y su inserción en la globalización económica está por debajo de potencias como Estado Unidos, China, Japón o Alemania. Es un país en el que el poder central ha sido la regla y cuya democracia tiene demasiados cuestionamientos.
La desintegración de La Unión Soviética fue un duro golpe para quienes comparten los ideales de la rusia imperial. Sin embargo, su pérdida territorial fue relativa, a juzgar por sus actuales dimensiones. Rusia siempre ha considerado a Ucrania como parte de sus dominios. Su posición estratégica, su población, sus recursos y su vitalidad hacen de Ucrania un territorio más que apetecible. Ahora la Rusia de Putin reclama una presencia histórica que considera vital para la seguridad de su país.
Nada de esto es nuevo, salvo las condiciones en las que se da esta nueva ofensiva. El retraimiento de Estados Unidos (EUA) de la política global en la era Trump favoreció los planes de la Rusia de Putin de recuperar presencia e influencia regional. Ahora EUA regresa al tablero de la política mundial con la clara intención de contener, en alianza con los europeos, las amenazas regionales. Sin embargo, a diferencia de la época de la Guerra Fría cuando eran solo dos los protagonistas del conflicto, la emergencia de China como superpotencia frente a Estados Unidos cambia drásticamente el escenario del juego del poder mundial y, en este caso, regional. China y Rusia coinciden en su interés por mantener la distancia que generó el retraimiento de Estados Unidos, al menos en Asia. Esto nonecesariamente los convierte en aliados estratégicos, pero sí en aliados tácticos, al menos en la actual coyuntura.
En la reciente reunión del Consejo de Seguridad de la ONU (CSONU) sobre el tema de Ucrania, el representante de China reconoció explícitamente “las legítimas preocupaciones de seguridad de Rusia”. Putin y Xi Jinping se reunieron el 4 de febrero y manifestaron conjuntamente su preocupación por la presencia militar de Estados Unidos en las fronteras de Asia. Es claro que en esto escarceos China no se convertirá en aliado político de Estados Unidos. Adicionalmente, los europeos han perdido fuerza. La salida de Gran Bretaña de la Unión Europea y el surgimiento de regímenes de dudosa vocación democrática en su seno han debilitado su presencia e influencia en los asuntos mundiales. El multilateralismo tampoco aparece como una opción. En el Consejo de Seguridad de la ONU, la alianza Rusia-China en este tema impide cualquier acción preventiva o reactiva frente a una posible ofensiva militar de Rusia sobre Ucrania.
Todo indica que el tablero de la política mundial esta sufriendo ajustes mayores y que el tema de Ucrania no es sino el proscenio en el que los más diversos actores definen ahora sus posiciones para conformar así un nuevo escenario de la política mundial. Para Rusia la creciente presencia militar de la OTAN y de EUA en países como Polonia y Rumania es motivo de particular preocupación, incluso habiéndose descartado la posibilidad de la integración de Ucrania a dicha alianza.
El representante de China en el CSONU fue tan lejos como proponer como solución brindar garantías de seguridad por parte de Europa, de largo plazo y jurídicamente vinculantes. Este pronunciamiento pone en aprietos a EUA y a los europeos al presentarse como la opción a una ofensiva militar de Rusia en Ucrania. Ceder en la mesa de negociación a las preocupaciones de Putin, que cuenta con el apoyo explícito de China, o afrontar las imprevisibles consecuencias de un conflicto armado en Ucrania.
Rusia, como potencia territorial y militar con gobiernos tradicionalmente autoritarios, no es muy proclive a la negociación. No está en sus parámetros ni en sus referentes históricos. Putin lo ha repetido una y otra vez, lo que está en juego en Ucrania es la seguridad de Rusia y de ahí no se va a mover. Mal harían EUA y los europeos en menospreciar las preocupaciones de seguridad de Rusia.
Si la situación se resuelve vía la negociación, habrá cambios importantes en el tablero de poder regional, que sin duda favorecerán a Rusia y a China, pero se mantendría un nivel aceptables de estabilidad y se evitarán males mayores. Si la resultante es la ofensiva militar en Ucrania, los ajustes serán mayores y las consecuencias impredecibles.