Inflación y tasas al alza, malas noticias para el crecimiento
JULIO MILLÁN
El Banco de México se adelanta en 2022 con el alza en tasas de interés para reducir una inflación que no cede, mientras espera una política monetaria más restrictiva de Estados Unidos. Malas noticias para el crecimiento económico, los costos de las empresas, el financiamiento y la capacidad de compra de los hogares.
La semana pasada la Junta de Gobierno del Banco de México tomó la decisión de incrementar en 50 puntos base la tasa de interés objetivo, pasando de 5.5% a 6.0%, con la meta de intentar contener una inflación creciente en los últimos meses.
La inflación de enero fue engañosa porque se desaceleró en lo general, pero se mantiene creciente en su componente subyacente. En enero de 2022 la inflación general en México se ubicó en 7.07% anual, una reducción respecto a la registrada en noviembre y diciembre de 2021, que llegó a ser de 7.37% y 7.36% anual. No obstante, la desaceleración de enero contiene una tendencia creciente en la inflación subyacente, al pasar de 5.94% anual en diciembre a 6.21% en enero. La inflación no está cediendo.
Lo malo es que el problema no se queda sólo en México. La debilidad de los hogares provocada por la lenta recuperación de las remuneraciones medias en la economía ha derivado en un bajo consumo privado; por tanto, la inflación no se explica por el lado de la demanda. Entonces, ¿qué la explica?
La inflación en México es un fenómeno de costos, de importación y de malas políticas económicas que no generan confianza y certidumbre. Por un lado, las distorsiones en las cadenas globales de valor, en el desabasto de insumos y en el alza en los costos de transportación, ha impactado en los precios al productor. Por el otro lado, la histórica inflación en Estados Unidos y la alta dependencia de nuestro consumo privado hacia las importaciones (cada vez más en bienes finales e intermedios que de capital), provoca un efecto de inflación importada que se torna peligrosa por su relación cambiaria.
En Estados Unidos, la inflación de enero fue de 7.48% anual, la más alta en cuatro décadas. En una economía así, tener de inflación de 7% es inverosímil y atípico. A diferencia de México, la inflación de Estados Unidos es por demanda y por costos, y si la Reserva Federal busca reducirla, seguramente impactará en el crecimiento. La fiesta terminó y es momento de pagar la factura; la tremenda impresión de dólares para inyectar de liquidez a la economía ya está teniendo sus consecuencias.
La inflación es un negocio en el que todos perdemos. Pierden las empresas y los gobiernos, porque encuentran un financiamiento más costoso no sólo por los préstamos, sino hasta por la bursatilización en bolsa: si la tasa sube, las bolsas bajan. Entramos en una combinación peligrosa por alza de precios que pega en costos y restringida liquidez por el encarecimiento financiero. Las empresas tienen que prepararse.
Los hogares pierden capacidad de compra. La inflación es el impuesto más regresivo o injusto en una economía, porque afecta más a quienes menos tienen y, ante una debilidad del empleo y salarial que no ha logrado recuperarse de la pandemia, provocará una postergada recuperación del consumo privado interno.
Pierde el crecimiento y la ansiada recuperación económica. Desde muy temprano en 2022 en Consultores Internacionales, S.C. anticipamos un año de crecimiento más cercano a 1.9% que a 2.8% anual. El bajo consumo, la inflación, el alza en tasas, el bajo aporte exportador por la menor demanda en Estados Unidos y la depreciación cambiaria por el regreso de un súper dólar, sólo tienen como resultado un bajo crecimiento.
Las expectativas de crecimiento para 2022 tendrán un golpe tras otro: la inflación y el alza en tasas, la política monetaria en Estados Unidos, el resultado sobre la reforma energética y los precios del petróleo, los posibles conflictos por las elecciones... Apenas iniciamos, y ya vamos tarde. México urge de una reacción efectiva, más allá de la política monetaria, para tratar de retomar el crecimiento y la estabilidad económica.