25 de Noviembre de 2024

Sitiar a Rusia

VALERIA MOY

A lo largo de la semana pasada, incluso antes de la incursión rusa en Ucrania, se discutieron las sanciones comerciales y financieras que varios países occidentales podrían aplicar en el intento de disuadir a Rusia del ataque que ya era inminente.

Todo parece indicar que las sanciones tradicionales —embargos, aranceles, cierres de fronteras o aéreos, restricciones al otorgamiento de visas— no serán suficientes para frenar al presidente ruso en su afán de guerra. Otro tipo de sanciones financieras más drásticas podrían cumplir el cometido. Así como en las guerras de otras épocas se sitiaba a las ciudades para impedirles el acceso a agua y alimentos forzándolas a claudicar, hoy se busca sitiar financieramente a Rusia.

La atención ha girado sobre la restricción de algunos bancos rusos al sistema Swift. Éste opera como una red que enlaza a más de 11 mil entidades financieras en más de 200 países y permite la comunicación de las transacciones bancarias. Swift no es un sistema de pagos, es más bien un sistema de comunicaciones que permite que las operaciones financieras entre países se concreten. Rusia, así en general, no ha sido “desconectado” de Swift. Los bancos más importantes, Sberbank y VTB, que en conjunto mantienen 75% de los activos bancarios, ya han sido excluidos del sistema. El golpe ha sido más leve de lo que podría haber sido porque se excluyeron las transacciones energéticas de la prohibición. Sacar a todos los bancos rusos de la red podría tener un impacto descomunal en el flujo comercial de Rusia; los pagos por transacciones comerciales no podrían darse vía cibernética.

La otra opción que se está analizando tiene un mayor impacto potencial. Rusia tiene más de 630 mil millones de dólares en reservas internacionales en una mezcla de activos que incluyen bonos del tesoro norteamericano, dólares, yenes, yuanes y metales, particularmente oro. Las reservas rusas, como suele suceder con las reservas internacionales de todos los países, están depositadas en diferentes bancos en varios instrumentos. Es decir, no están todas en territorio ruso y para poderlas utilizar el gobierno ruso necesita utilizar sistemas internacionales. Rusia podría necesitarlas para paliar el golpe económico que las demás sanciones infligirán en su economía.

Rusia, quizás previendo esta posibilidad, desde 2018 empezó a cambiar la mezcla de activos en la que tiene sus reservas y empezó a deshacerse de instrumentos de Estados Unidos. Hoy tiene aproximadamente 16% de ellas en dólares, 32% en euros, 13% en yuanes chinos y 22% en oro. No todas las reservas podrían ser congeladas, pero sí un monto importante. En un caso extremo, Rusia podría deshacerse del oro para financiarse, pero ¿quién podría comprárselo? China quizás. Pero la transacción no es trivial y requeriría una logística difícil de implementar.

Si los ciudadanos rusos pierden la confianza en su sistema bancario y empiezan a retirar sus depósitos, como ya está sucediendo, la necesidad de hacer uso de las reservas irá creciendo. La amenaza de Estados Unidos y otros países europeos de impedirle a Rusia acceso a las mismas tiene que ser creíble. El golpe financiero que podrían darle al país es brutal, tan grande que quizás eso sea lo que los está frenando de tomar la decisión.

Así serán los sitios de las guerras de este siglo. Mientras “occidente” decide qué hacer, China observa sigilosamente.