25 de Noviembre de 2024

En los zapatos de Ucrania

LUIS CÁRDENAS

Aquí, en México, nos cuesta mucho trabajo entender lo que pasa en Ucrania, la verdad es que somos muy dados a vernos el ombligo, a conformarnos con nuestro papel de testigo mudo, de espectador un tanto conformista, preferimos, chance y con razón, no arriesgar y mejor callar. Somos muy regionalistas, somos muy aldeanos.

El presidente bien pudo condenar con un tono mucho más duro la invasión imperialista de Rusia a Ucrania, pudo ordenar el envío de ayuda humanitaria, pudo aplicar alguna sanción económica, aunque fuese minúscula, pero suficiente, para representarnos con la importancia que tenemos en el mundo, pero no lo hizo, no lo hará, y tampoco puede reclamársele, ha jugado como juega casi toda Latinoamérica, a fin de cuentas, tenemos nuestros propios y muy serios problemas.

Y quizá es mejor así. Si López Obrador en su diatriba mañanera echa la culpa de todo al pasado, al neoliberalismo y a Calderón e improvisa estrategias pánfilas, tal vez sea mejor que siga en sus sermones sobre su propia ignorancia de chequeras y tarjetas de crédito, porque así no nos mete en un aprieto que sería muy grave como lo ha hecho ya, por ejemplo, en la relación con España o con su filias, cada vez más preocupantes, a los dictadores latinoamericanos.

Sí, es mejor así, que ni comprenda y que tampoco le importe mucho. Esto es una cosa muy delicada, al grado de poder desatar la III Guerra Mundial con todo y armas atómicas. Mejor, que nuestro presidente siga hablando del pasado frente al riesgo que se avecina para el mundo en el futuro… Mejor ser cauto y López Obrador no lo es, nadie quiere al presidente hablando con Putin, ¿verdad?

Por cierto, que Nicolás Maduro debe seguir extasiado con aquella llamada del martes, en la simplificación extrema parece que hay una narrativa que en automático coloca a quien apoya a Rusia como un patriota bolchevique contra los yanquis… Como si todo fuese blanco y negro, que curioso que quien apoya las dictaduras casi nunca ha vivido en ellas.

Tenemos mucho que aprender de Ucrania, es difícil pensarnos en sus zapatos, toco madera, nadie, casi nadie, añora el siglo XIX, pero si algo así nos pasara ¿será que también tendríamos una sociedad organizada dispuesta a morir por su patria?, ¿nos atreveríamos a luchar frente a una potencia que amenaza con aplastarnos en un instante con uno de los poderíos militares más grandes de la tierra?, ¿López Obrador sería tan popular como Zelensky?

Afortunadamente no estamos en esas circunstancias, tenemos nuestras guerras, sangrientas, durísimas y con un número de muertos que a veces supera los mismos conflictos armados de naciones en disputa, pero bajo contextos diametralmente distintos.

Pero, insisto, deberíamos aprender de la juventud, tomar mucho de su arrojo y de su bravura por defender la libertad, la democracia y la oportunidad de aspirar a construir algo mejor, hoy con la invasión rusa y frente a la crisis democrática mundial es un buen momento para reflexionar sobre la altura que tenemos como ciudadanos frente a las tentaciones autoritarias.

Acá, en México, hay un buen porcentaje de población que quisiera vivir en un régimen totalitario, autócrata y asfixiante como lo es el ruso y aunque nunca han vivido ahí y nunca han sufrido ahí, parece que les urge un dictador.

De Colofón.- Marzo será un mes difícil para López Obrador que se siente muy herido luego del escándalo de la “Casa Gris”, la siguiente semana los abogados cercanos a su exconsejero jurídico, Julio Scherer, acusados de tráfico de influencias, podrían terminar en la cárcel por la denuncia de Juan Collado.

Luego vienen las marchas del 8 de marzo en un país lleno de feminicidios e indolencia al tema y el 14 la Corte discutirá el caso de Alejandra Cuevas, la sobrina política del Fiscal Gertz que él metió a la cárcel y que después de más de 500 días en prisión podría ser liberada.

Y todavía faltan 942 días para que termine el sexenio.